26 de enero, con la Educación Ambiental

El próximo día 26 de enero es el día mundial de la Educación Ambiental. Los educadores ambientales, en nuestra función de transmitir sobre el conocimiento y el respeto hacia la naturaleza, caminamos por un sendero arduo en el sentido de que la preocupación por el medio ambiente en el momento actual está muy por debajo de lo necesario y recomendable. Los educadores nos enfrentamos entonces con más ganas de desempeñar este papel crucial a la hora de ser el eslabón en una cadena generacional que vea garantizado su futuro, para que los chavales de hoy sepan apreciar aún más lo que les rodea y tomen el relevo de participar activamente en su conservación.

 

Caminamos y seguimos caminando pese a todo, educando. Hay muchas formas de conseguirlo: a pie de campo, en el aula o bien con escritos como éste que forman parte de un blog en el que la Educación Ambiental está muy presente.

 

Los educadores somos personas significativas para los chavales, puesto que incidimos en ellos para que se sientan capaces de pensar y de ser competentes para vivir en consonancia con su entorno. Hacemos posible su aprendizaje ayudándoles a reconocer lo positivamente que actúa el medio en todos nosotros, proporcionándonos el suficiente bienestar.

 

Pero no somos los únicos que tenemos la posibilidad de hacer de nuestros niños y niñas personas responsables en todos los aspectos y con especial énfasis hacia la Naturaleza. Los padres, los profesores, los famosos que sirven en muchos casos de modelo para todos esos adolescentes, y otros tantos, pueden aportar mucha ayuda a que los chavales tomen conciencia ambiental plena. Cundir con el ejemplo es el mejor modelo a seguir. Muchas veces los niños actúan según ven que los demás de su alrededor lo hacen. Así, si observan que cada día sus padres separan los residuos que se generan en su hogar, esos niños también lo harán.

 

Caminar, contra viento y marea, a contracorriente, es lo que toca ahora, pero hay que seguir haciéndolo con entusiasmo, y muchas veces cuesta menos de lo que parece. Un simple gesto, por pequeño que sea, es capaz de llegar muy lejos.