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martes, 4 de julio de 2017

Cuadernos de botánica: el fresal silvestre




El fresal silvestre (Fragaria vesca) es una planta de la familia de las rosáceas, perenne y herbácea, de escasa altura. Suele haber varios plantones cercanos entre sí, ya que se reproduce con facilidad por estolones. Las hojas están agrupadas en una especie de roseta. Las flores, de cinco pétalos blancos, se reúnen en una inflorescencia terminal. El fruto es inconfundible, como una fresa de mercado pero mucho más pequeña. Florece de marzo a agosto.

Crece en los bordes de bosques, en claros, taludes y zonas húmedas, desde nivel del mar hasta casi los dos mil metros de altitud. Prefiere zonas luminosas, aunque aguanta sombra. Los suelos óptimos para el fresal silvestre son los neutros o poco ácidos y los que no estén demasiado nitrogenados. Puede encontrarse en la mayor parte de Europa. En la Península es más abundante en el tercio norte.

Además de ser un fruto comestible y sabroso, la fresa tiene propiedades contra la fiebre y la gota, ya que contiene ácido salicílico. Las hojas del fresal tienen propiedades astringentes, diuréticos y tónicos. El jarabe de fresa se usó contra la ictericia y los cálculos renales. Parece ser que también es buena para curar los sabañones.


    Curiosidades    

* Esta planta fue poco usada hasta finales de la Edad Media.

* Al parecer, el propio Linneo llegó a curarse a sí mismo de un ataque de gota consumiendo medio kilo de fresas cada día.

* Antiguamente, los campesinos de la Península Ibérica confeccionaban con las hojas del fresal una especie de cinturones mágicos que protegían contra la mordedura de las serpientes.





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