Seguro que alguna vez te ha pillado uno de esos chaparrones veraniegos que caen con gran fuerza y luego se paran en unos cuantos minutos. ¿Por qué suceden casi siempre en verano? Pues esto tiene una explicación. Primero, tenemos que entender por qué llueve. Siempre se nos ha dicho que es cuando el vapor de agua de las nubes se condensa, pero para que esto suceda, el vapor de agua se tiene que enfriar en un lapso de tiempo más o menos corto. Puede ocurrir, por ejemplo, cuando las nubes topan con una barrera montañosa que las obliga a ascender para seguir avanzando, y entonces tenemos una precipitación orográfica. Pero también puede suceder cuando una masa de aire muy caliente se topa con otra más fría que ella (ojo, "más fría" es un término relativo, no quiere decir que la segunda masa esté fresquita) y, como el aire caliente es más ligero, intentaría subir por encima de ella. Esto pasa con rapidez, ocasionando chaparrones muy fuertes y muy breves. Y como las masas de aire muy caliente son más fáciles que aparezcan en verano, pues ahí tienes la respuesta.
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