Las golondrinas (Hirundo rustica) tienen un admirable sentido de la orientación en sus viajes migratorios. Son unas viajeras incansables, realizando dos viajes anuales: uno en otoño, en busca de climas más favorables y mayor abundancia de alimento y otro en primavera de regreso a sus lugares de cría.
El refrán que dice "una sola golondrina no anuncia verano" está basado en el hecho de que cuando las golondrinas empiezan a volver desde sus cuarteles de invierno en África, a mediados de febrero o primeros de marzo, se presentan al principio de una en una. Hasta bien entrado el mes de marzo no llega el grueso, y entonces ya se puede decir que el verano se aproxima.
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