El control de la profundidad de campo y los fondos desenfocados se ha convertido en un efecto muy vistoso y generalizado entre los fotógrafos. Cuando usamos objetivos muy luminosos o teleobjetivos, la manera de hacerlo es fácil e intuitiva, pero si usamos el clásico 18-55mm 3,5-5,6 o alguno similar, con los que no tenemos mucha luminosidad y el teleobjetivo es moderado, la cosa se complica.
Podemos definir la profundidad de campo como la zona enfocada de nuestra imagen que empieza por delante del punto donde hemos conseguido enfocar y continúa por detrás de él. Si la zona es bastante grande, diremos que tenemos mucha profundidad de campo, si la zona es pequeña, diremos que tenemos poca profundidad de campo y tendremos el fondo desenfocado. La poca profundidad de campo se puede usar como técnica para discriminar el fondo y centrar la atención del espectador en un punto concreto de la imagen.
La profundidad de campo es un recurso de composición fotográfica excelente, ya que influye de forma decisiva en la atención que mostramos a la hora de contemplar una fotografía.
Inconscientemente, dirigimos nuestros ojos a aquellas zonas de la imagen que se encuentran más enfocadas frente a aquellas otras que no lo están.
Esto convierte la profundidad de campo en un arma infalible que juega a nuestro favor a la hora de hacer fotos y dirigir la atención donde creemos que está el centro de atención de nuestra foto, reforzando el mensaje que queremos transmitir con nuestra fotografía.
Pero esa mayor o menor profundidad de campo que podamos conseguir en nuestras fotos va a depender de varios factores:
1. La apertura del objetivo
La profundidad de campo de nuestra foto será mayor cuanto más cerrado esté el objetivo, o lo que es lo mismo, tenga un número f mayor. Así, una fotografía tomada desde un punto con un mismo objetivo a f16 tendrá mayor profundidad de campo (más zona nítida) que otra tomada con el mismo objetivo y desde ese mismo punto con una apertura de f4.
2. La distancia al elemento fotografiado
Existe un segundo parámetro que determina la mayor o menor profundidad de campo conseguida en nuestras fotos y es la distancia a la que estamos del elemento que estamos fotografiando y en el que fijamos el foco en nuestra foto.
Con un mismo objetivo y una misma apertura fijada de antemano, cuanto más cerca nos encontremos del elemento que estemos fotografiando, menor será la profundidad de campo.
Cuanto más lejos nos encontremos del objeto a fotografiar, la profundidad de campo será mayor. Esto significa que si, con una misma apertura del diafragma, hacemos una fotografía a un objeto que tengamos cerca nuestro, la profundidad de campo será menor que si hacemos una foto con esa misma apertura a algo que se encuentre más alejado.
3. La distancia focal
El tercero de los elementos en discordia es la distancia focal que estemos aplicando en nuestro objetivo a la hora de hacer la foto.
Cuanto menor es la distancia focal de nuestro objetivo (o la que tengamos seleccionada en un momento dado, si es un objetivo zoom de focal variable), mayor será la profundidad de campo obtenida.
O dicho de otro modo, a menos milímetros de focal, más zona nítida conseguirás en tu fotografía.
A veces conviene jugar con la profundidad de campo en nuestras fotos para dar mayor vistosidad a las mismas, pero no siempre es necesario hacerlo así para mostrar una buena imagen, todo depende de qué es lo que nos gustaría que apareciese en ella.
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