El erizo y la eriza
Iba un erizo
andando por el Polo.
Iba muy triste
(no porque fuera erizo),
iba triste porque estaba solo.
-Aquí me moriré de frío,
sin una amiga, sin un amigo,
sin una comida, sin un abrigo,
aquí me moriré de frío.
Se me están helando las púas,
se me están helando los pinchos.
Nieva y nieva,
y sin una bufanda
y sin una madriguera.
¿Cuándo vendrá la primavera?
Me lanzo a lo desconocido,
sea lo que Dios quiera.
(El erizo
una bola se hizo,
y rodó por la ladera)
Pasaron muchos días
y el erizo se despertó,
se desenroscó,
abrió un ojo,
sacudió el hocico,
comió unas florecitas
y ya no tenía frío.
Era una soleada mañana,
la nieve se quedó arriba
en los picos de la montaña.
En esto vió a otro erizo
igual que él.
-¡Cielos! ¡Un hermano! ¡Qué alegría!
-¡No soy un erizo, soy una eriza!
La eriza y el erizo
por fín se casaron.
Y se dieron un abrazo
con mucho cuidado.
Gloria Fuertes
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