Caminar en verano por El Parque del Capricho es todo un regalo para los sentidos. Ahora que estamos inmersos en el frío propio de esta época (aunque no está siendo un invierno tan duro como en otras ocasiones) evocar los recuerdos que nos trae este lugar viene acompañado de todo ese clamor de vida, luz, sonidos y algarabía que son típicos de la estación estival.
Nos decidimos a recorrer una vez más este lugar tan bonito de la capital allá por junio, con ganas de desconectar de todo el jaleo de exámenes y preparar clases que siempre solemos tener encima. Y nos volvimos llenos de paz... pese a que había multitud de gente por los eventos que se suelen celebrar, pese a la cola que tuvimos que esperar para poder entrar, El Capricho fue nuestro pequeño paraíso. El paseo que dimos nos supo a poco, al compás de nuestros pasos mirlos, carboneros, azulones, cisnes, ardillas, herrerillos, palomas, pinzones, y otros cuantos pequeños pajarillos fueron poniendo la mejor de las melodías.
Como de costumbre sacamos algunas fotos, no tantas como nos hubiera gustado... la gente que también revoloteaba por allí no siempre permitía hacer uso de la cámara, en cada rincón siempre salía alguien. Os mostramos algunas de las imágenes de entonces, esperamos que os gusten y os animen a conocer este idílico paraje:
Caminando vamos escribiendo...
... los árboles nos contemplan...
... llega el momento de partir...
... en El Capricho mil y un secretos
por descubrir
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