Tener las cosas a mano no siempre es sinónimo de conocerlas a fondo. Ayer sábado nos encaminamos a un lugar cercano plagado de pinares e historia. El Monte Abantos guarda muchos tesoros por descubrir en el incipiente otoño, si bien es cierto que la mejor época del año sería la primavera. Nos encontramos nada más llegar a un conejito dándonos la bienvenida desde la cuneta. Conforme fuimos paseando cantidad de aves se dejaban ver y escuchar, pero la verdad es que para fotografiarlas resulta una tarea bastante complicada, ya que los huidizos pájaros se esconden la mar de bien en el arbolado. Vimos y oímos: rabilargo, carbonero común, pinzón vulgar, cuervo, buitre negro, buitre leonado, mito, petirrojo, arrendajo, gorrión, paloma torcaz y otros tantos habitantes alados. Las protagonistas del día fueron unas cuantas orugas (como seis o así) que se descolgaban con un hilillo de seda y subían y bajaban de las ramas de un fresno. Les pudimos hacer algunas fotos, aunque no tantas como nos hubiera gustado, pues se movían que daba gusto. Cuando ya nos volvimos a media mañana para casa ya soleaban algunas mariposas de las habituales. El pasto bastante seco nos acompañaba con plantas de todo tipo como tomillos, cantuesos, siemprevivas, encinas, fresnos y sobre todo pinos. Con el monasterio de fondo pusimos el broche a la espléndida jornada.
Nos hemos traído solamente un puñado de fotos, a ver si en otra ocasión el sitio se presta un poco más para llenar nuestros archivos con más imágenes.
Muchas gracias por compartir esa bonita salida. Enhorabuena por el blog.
ResponderEliminarDesde el IES G.Mistral un abrazo.
José Mª
¡Muchas gracias, José María! Fue un paseo agradable, con el monasterio de fondo en el paisaje. Si nos lo pasamos bien y animamos a otros a practicar senderismo, miel sobre hojuelas. Un abrazo muy fuerte, se os echa de menos.
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