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martes, 15 de septiembre de 2015

Hay que tener agallas...

Seguro que las has visto por el campo, pero no sabías qué eran. O bien las has confundido con algún fruto o una flor. Pero no, son algo muy distinto. Estamos hablando de las agallas.

Las agallas en realidad no son una formación natural de la planta, sino que están provocadas por insectos concretos, que son llamados con el término genérico de "inductores de agallas". Diversos árboles o plantas, picados por distintos insectos, forman agallas variadas.

La cosa es como sigue: el insecto, normalmente un himenóptero sírfido o cinípedo, deposita sus huevos en el tejido de la planta. En contacto con ellos, se provocan rotura de las paredes celulares, lo que evoluciona en una reacción tumoral, diferente según las sustancias químicas que se liberen, pero en general hay un efecto de hipertrofia que se traduce en abultamientos bastante vistosos.

Los entomólogos diferencian dos partes en la agalla, una interna que es en la que quedan englobados los huevos del insecto, y otra externa, que suele actuar de cubierta protectora. El insecto, obviamente, sale ganando, porque su prole queda protegida hasta que eclosiona, se abre paso a través de la agalla, y se marcha ufano de la cuna donde ha nacido.




Una agalla de fresno





Agalla de rosal, provocada por el himenóptero Diplolepis rosae






Clásicas agallas de Andricus quercustozae
 





Agalla formada en un álamo






Agalla de Andricus quercustozae, recién formada









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