Hoy tenemos una econoticia muy triste. El norte de la Península arde, y ya se ha cobrado cuatro víctimas mortales. El fuego se extiende sin control, favorecido por la sequedad de este otoño, las plantaciones de árboles poco apropiados y, sobre todo, por culpa de las intenciones de pirómanos desaprensivos que no tienen inconveniente en poner en peligro tantas vidas y arruinar las de aquellos que sobreviven.
Los bomberos, apoyados por oleadas de voluntarios y el resto de las fuerzas del orden, se desviven por controlar los distintos focos y desalojar las poblaciones que se encuentren en peligro. Su labor heroica es la única nota positiva en este trágico panorama que rogamos que remita pronto y no se cobre más víctimas.
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