En el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadarrama se enclava el hayedo más meridional de Europa, un lugar mágico conocido como Hayedo de Tejera Negra. Aquí coexisten bosques de pinos, robles y hayas en un entorno de montañas y valles fluviales.
El paraje puede visitarse de dos maneras. Si queremos visitar directamente la zona de hayas, en una ruta más corta de unos 6 Km llamada Senda de Carretas, podemos llegar en coche hasta un aparcamiento dentro del mismo parque, aunque para esta opción tendremos que reservar previamente a través de la web del parque, y pagar la tarifa correspondiente al vehículo que llevemos.
La segunda opción no nos obliga a hacer reserva ni pagar; tendremos que dejar el coche en la entrada, para hacer la ruta "Senda del Robledal", circular y de unos 17 Km, que atraviesa zonas de páramo, robledal y pinar hasta llegar al hayedo, para después regresar al punto de partida caminando a través del precioso valle excavado por el río Lillas.
Esta segunda fue nuestra elección, así que mochila al hombro y sin desanimarnos por el cielo encapotado, comenzamos junto al Centro de Interpretación. La primera parte coincide con la pista por la que los coches entran en el parque, pero no tardamos en apartarnos y seguir el margen del Lilla. Por cierto, toda la ruta está muy bien marcada con señales verdes. El camino tiene algunas subidas y descensos suaves, que son todavía más llevaderos gracias a la temperatura fresca y la suave lluvia otoñal que de vez en cuando nos acompaña.
Quizás sea por la climatología, de otoño que se ha hecho esperar, pero las aves no están muy activas, aunque durante un ratito gozamos de la compañía de un grupo de carboneros palustres y algunos petirrojos. El protagonista, desde luego, es el paisaje, lleno de magia y contraste de colores, aún más acentuado cuando llegamos a la zona del hayedo.
La ruta tiene todavía más encanto en el regreso, en el que el río Lilla es nuestro guía constante, entre laderas pizarrosas cubiertas de verde, rojo y amarillo. En esta parte del recorrido tenemos la suerte de encontrarnos con una pequeña y simpática ranita patilarga (Rana iberica), que posa para nosotros antes de marcharse dando gráciles saltitos.
Por lo que nos dijeron y pudimos comprobar, la Senda del Robledal está mucho menos frecuentada, lo que añade encanto al recorrido. Por motivos de horario, no pudimos encadenar con nuestra propia ruta la Senda de Carretas, que se adentra más en el hayedo, pero siempre existe esa opción si se dispone de tiempo y ganas de caminar. Lo que sí nos ha quedado claro es que estamos preparados para regresar algún día y seguir conociendo el fabuloso Hayedo de Tejera Negra.
Os dejamos con las fotos de la jornada. Como sabéis, si queréis verlas en grande solo tenéis que pulsar sobre ellas.
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