Desde aquella primera vez hace nueve años, hemos estado muchas veces en este bosque mágico, pero es que no nos cansamos de su belleza; cada cierto tiempo nos llama, y nosotros no podemos resistirnos, y volvemos.
Aunque la mejor época, en la que muestra todo su esplendor, es sin duda el otoño, si tenéis la ocasión no dejéis de visitarlo en cualquier otro momento del año. No solo encontraréis menos gente (a veces las aglomeraciones otoñales son un tanto molestas) sino que el Castañar os mostrará sus otras caras, menos conocidas, quizás, pero igualmente especiales. En invierno, por ejemplo, encontraréis un bosque deshojado, dormido, en ese silencio vivo que solo pueden tener los bosques. Si el día es apacible, oiréis muchos pajaritos entre las ramas, tan esquivos como musicales.
Acudid al Tiemblo y visitad al majestuoso Abuelo, un impresionante castaño centenario. Pisad su hojarasca, empapaos de su tranquilidad en espera del renacer primaveral. No os arrepentiréis.
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