Esta memorable foto corresponde a un joven (de nombre Tawy Zoé) de la etnia Zoé, en la Amazonia Brasileña, que cargó con su padre (Wahu Zoé) durante seis horas, atravesando bosques y colinas y terreno abrupto, para llevarlo hasta el punto de vacunación contra la Covid más cercano. A uno se le ponen los pelos como escarpias ante esta imagen, que merece ser recordada en el futuro como uno de esos hitos en la historia de la fotografía. Fue realizada, por cierto, por el neurocirujano Erik Jennings.
Y debe hacernos reflexionar. Mientras algunos deportistas antivacunas se creen con derecho a saltarse las leyes de un país por ser quienes son, y basando toda su actitud en argumentos irracionales y peligrosos, hay quien hace lo que haga falta hacer para proteger a sus mayores. En el gesto del joven Tawy está escrita toda la nobleza, todo el estoicismo, todo el espíritu de sacrificio que sea necesario para capear los obstáculos. Mientras tanto, en el primer mundo, unas cuantas manadas de irracionales lloriquean porque no quieren ponerse una mascarilla o ponerse un pinchazo o porque no les dejan hacer botellón para emborracharse en las calles.
En esta imagen de Erik Jennings está toda una declaración ética: si el fuerte ayuda al débil, si estamos dispuestos a aceptar sacrificios necesarios no con resignación, sino con voluntad, este sería un mundo mejor.
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