El submarino
El submarino, tal y como hoy lo entendemos, se lo debemos al ingeniero Isaac Peral, cuando presentó los planos en 1884 (aunque hay que apuntar que Leonardo da Vinci ya hizo unos cuantos bocetos de un vehículo sumergible). Lo que caracteriza a un submarino es que puede variar su profundidad libremente, mediante el llenado o vaciado de unos tanques que hacen variar la densidad de la nave: cuando están llenos de agua de mar, la densidad es mayor que la del agua y el submarino se hunde; cuando están vacíos, flota.
El submarino, tal y como hoy lo entendemos, se lo debemos al ingeniero Isaac Peral, cuando presentó los planos en 1884 (aunque hay que apuntar que Leonardo da Vinci ya hizo unos cuantos bocetos de un vehículo sumergible). Lo que caracteriza a un submarino es que puede variar su profundidad libremente, mediante el llenado o vaciado de unos tanques que hacen variar la densidad de la nave: cuando están llenos de agua de mar, la densidad es mayor que la del agua y el submarino se hunde; cuando están vacíos, flota.
La idea es sencilla y realmente genial, pero... no precisamente original, porque el sistema de llenado/vaciado para cambiar el peso específico ya se les había ocurrido a los peces. Lo hacen con un órgano llamado vejiga natatoria, y gracias a ella pueden nadar a la profundidad que les apetezca sin esfuerzo. Los tiburones carecen de ella, y para desplazarse en vertical deben hacerlo nadando activamente, como lo hacen los buceadores. Por cierto, la vejiga natatoria tiene cierto papel en el momento en que los peces se decidieron a conquistar la tierra firme... pero esa es otra historia para otro día.
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