Desde este nuevo blog podréis conocer muchas cosas relacionadas con el Medio Ambiente: cómo caminar por la montaña, rutas de senderismo, curiosidades de flora y fauna, experiencias y anécdotas vividas... y un sinfín de ideas útiles que nos brinda cada día nuestra Naturaleza.

sábado, 16 de agosto de 2014

Por tierras galegas buscando lobo - III -

Proseguimos con nuestra crónica de lo que
han sido estos días por Galicia y Portugal.



Rutas hemos hecho unas cuantas, todas las que el tiempo nos lo ha permitido. El entorno es ideal para albergar vida de todo tipo, aunque la humedad ambiental supone una constante que no ayuda mucho a que numerosas especies salgan para poderlas fotografiar hasta bien entrado el día. En otoño-invierno seguramente con el letargo de muchos animales propio de esta época haga que sea aún más difícil, pero tiene que ser espectacular ver el contraste de colores de los tonos rojizos, amarillos al caérseles las hojas a las plantas caducifolias junto con el verde intenso de las perennes. Con la llegada de las nieves también debe de ser sorprendente contemplar esos paisajes cubiertos por un extenso manto blanco, eso sí, acompañado de un frío que debe de cortar el sentido. En verano el verde se apodera de todos los rincones a donde se dirigen nuestras miradas. Robles, tejos de increíble tamaño y porte, acebos, ruscos, helechos por doquier, hiedras que serpentean juguetonas, musgos que tapizan nuestras pisadas... son el hilo ambiental que nos acompaña en nuestro trasiego.
 
 
El lobo ibérico (Canis lupus) tiene allí un protagonismo especial... como siempre todo lo que acompaña a este bello animal entraña una doble interpretación: la de los habitantes de la zona que suelen tener reparos a su presencia y la de los que nos encantaría verlo. Sí, nos habría encantado verlo. No pudo ser, pero a veces te planteas que es casi mejor así, que permanezca oculto y siga con su rutina. Hay que preservar al máximo la belleza de lo salvaje y si eso pasa por permanecer escondido nos damos por satisfechos. Hemos visto un montón de otras cosas que bien merecen ser tenidas en cuenta, y además así tenemos otro pretexto para volver por allí, intentar de nuevo ver a nuestro querido lobo ibérico.
 
Lo que sí que pudimos oír, sí, oír más que ver, porque la espesura es tal que se hace arduo el atravesar con los ojos la frondosidad del bosque y lograr ver entre las ramas, es infinidad de rapaces y otras aves que poblaban el bosque. Y también, por extraño que parezca decir esto, algún gruñido sospechoso que nos hizo pensar en que nos había estado rondando de cerca alguna nutria o algún mustélido, por los excrementos que nos encontramos a lo largo del camino. 
 
 
La que sí que nos deleitó a placer fue el águila real (Aquila chrysaetos) que pudimos ver bien cerquita, escasos tres metros, en el entorno del río Mao. Fue I-M-P-R-E-S-I-O-N-A-N-T-E, todo lo que os digamos es poco, y no tenemos testimonio en imágenes para compartir. Fue brutalmente bonito ver cómo se levantaba cuando en una solitaria ruta de alta dificultad por la escarpada pendiente íbamos charlando Dani y yo y de repente nos sorprendió esta majestuosa rapaz. Nos quedamos inmóviles y con los ojos como platos viendo cómo surcó durante unos minutos por al lado nuestro. En ese momento de emoción no llevaba la cámara réflex a mano para inmortalizar la estampa y con la compacta no nos quedaba espacio en la tarjeta de memoria. Pero, cómo dicen por ahí, ¡que nos quiten lo bailaó! Fue mágico, fue irrepetible, fue épico.
 
Nos faltó la cabra montesa, otra protagonista del lugar. No tan abundante como en la Sierra de Gredos, nos habría gustado que hubiera aparecido. El ciervo volante o el camachuelo también están en estos bosques, para ver camachuelo tendrá que ser en invierno. 
 
Otros momentos resaltables son los espectaculares paisajes de la zona y que en algunas ocasiones ofrecen alguna que otra anécdota... más abajo en las fotos que acompañan este texto veréis a unos novios que no dudaron en hacerse su book de boda en una cascada que el agua cortaba la respiración de lo heladora que estaría, porque la novia metía unos gritos de frío que alertaban a cualquiera.
 
 
 
 
Nos lo pasamos muy bien pateando campo por allí, fue sin duda el mejor sitio para desconectar de la ciudad y traernos un trocito del encanto de estas tierras galegas que nos regalan su magia, su hospitalidad, su morriña y su empanada.
¡ VOLVEREMOS !
 
 
 
 
 
Y ahora un puñado de fotos para compartir...  
 
 
 






















































 
 
 

































 
 






































































































































































 
 
 
 

 
 
 













 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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