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sábado, 12 de marzo de 2016

Ruta: Por los Cañones del Río Pirón

Segovia tiene muchos rincones singulares y mágicos. Uno de ellos, desconocido para nosotros hasta hoy, son los magníficos cañones calizos del Río Pirón, que nos hemos acercado a visitar en una ruta bien señalizada y de dificultad media-baja, más que nada por algún repecho hacia el final del recorrido.

Nada más acercarnos al pueblo de Peñarrubias del Pirón, desde donde comenzamos a andar, podemos contemplar el mejor de los presagios para el día: una pareja de milanos reales en vuelo nupcial, deleitándose mutuamente con picados y vuelos entrelazados. Sin duda, no hay mejor manera de comenzar la jornada.

Una vez en el pueblo, tomamos como referencia el hotel-casa rural "Del Verde al Amarillo". Entramos en Peñarrubia y buscamos unas casas rurales de madera que están cerquita, y a partir de ahí, cogemos una calle que sale a la derecha y nos saca del pueblo en muy poca distancia. Ya a unos cien metros encontramos carteles indicadores: no faltarán en la ruta, lo malo es que muchos están deteriorados o han sido víctimas de un vandalismo sin sentido. De todas formas, en la mayoría del recorrido, el camino es muy intuitivo.

En la primera bifurcación tras los carteles, cogemos el camino de la derecha, y tras 290 metros, a la izquierda. A los 230 metros, aproximadamente, cogemos un nuevo camino a la derecha y ¡atentos! poquito después, a menos de cincuenta metros, un sendero sale a la izquierda: es el que cogeremos. Es fácil de identificar, porque va todo en bajada hasta el río, y tiene bastante arbolado. Al acabar este caminito veremos las ruinas del Molino de Covatillas.

Después de sacarnos algunas fotos en este entorno tan recogido, seguiremos el camino que deja el molino a la izquierda. Si el río, al que seguiremos aguas arriba a partir de ahora, lleva agua, podremos ver unas cascadas realmente bonitas.

Con la margen del río Pirón siempre a nuestra izquierda (incluso cuando no veamos un camino bien marcado) acabaremos llegando al Puente de Covatillas, obra del siglo XVI, junto al antiguo caserío del mismo nombre. Aquí merece la pena desviarse un poco de nuestra ruta para ver la Fuente Las Covatillas, siguiendo el sendero, sin cruzar el puente y sin alejarnos mucho de él. Ese sendero lleva también a una ermita que hoy no hemos podido visitar por falta de tiempo. ¡Siempre hay que dejar algo como excusa para regresar!

Retrocedemos y cruzamos el puente. Dejando el caserío a la izquierda, y de nuevo paralelos a la margen del río (esta vez queda a nuestra derecha) continuamos el camino. El paisaje empieza a cambiar a farallones calizos, y en un punto, tras cruzar dos pequeñas cancelas, encontraremos un cartel que, tras cruzar un puentecillo, nos lleva a la Cueva de la Vaquera. No se trata de una gruta visitable, pero sí da para meterse dentro a hacer alguna que otra foto, y comerse un bocadillo sentados en alguna piedra.

Tras visitar la Cueva de la Vaquera, regresamos al camino principal. Continuamos con el Pirón a nuestra derecha, aunque esta vez iremos rodeados a ambos lados por altas paredes de roca caliza. El camino nos permite ver desde abajo la Torca, pero no es así como la apreciaremos realmente en todo su esplendor. Cuando tras una caminata divisemos las ruinas del Corral de Máximo, para tomar el camino de regreso podremos coger alguno de los senderos que suben por la pared izquierda del farallón y lo siguen por lo alto. Entonces ahí nos encontraremos la impresionante vista de esta antigua cueva cuyo techo se desplomó, dejando una oquedad de las que da vértigo asomarse a ella. No es hablar por hablar: hay que tener muchísimo cuidado y no acercarse demasiado al borde, porque en algunas zonas el suelo calizo se desmigaja y es muy poco seguro.

Tras contemplar la Torca, solo nos queda retomar el camino, bajar poco a poco de nuevo a la margen del río, y deshacer lo andado camino a Peñarrubias del Pirón, donde nos espera nuestro coche aparcado.

El entorno es sencillamente precioso, y nos ha permitido ver, además de los mencionados milanos, multitud de petirrojos, trepadores azules, pinzones, mitos, zorzales, reyezuelos, buitres leonados, picos picapinos, mirlos, una pareja de azulones y alguna que otra mariposa tempranera. Eso sí, quizás para el verano la ruta adolece de sombra y ninguna fuente (no sabemos si la de Covatillas es potable). Las mejores épocas serán sin duda primavera y otoño, siempre y cuando no sean días de demasiado calor.

Os dejamos ya con algunas fotos de la jornada. Para verlas en grande, como de costumbre, basta pulsar sobre ellas.






















































































































































































































































































































 















































































 
























































































































































































































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