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lunes, 28 de marzo de 2016

Por Doñana y las Marismas del Odiel - III -

Proseguimos con la crónica de nuestro periplo por tierras onubenses madrugando para acudir a la visita al Parque Nacional en todoterreno, trayecto que ya reservamos por teléfono, por si las moscas. Estamos de los primeros en el centro de interpretación de "El Acebuche", muy cerquita de Matalascañas, y cuando llega nuestro autobús 4x4 ya estamos esperando con la cámara y los prismáticos dispuestos.

La visita dura unas cuatro horas, en un trayecto que nos lleva por el ecosistema de playa virgen, los pinares en dunas, el monte bajo y la zona de marisma, que por desgracia, al haber sido un invierno seco, están todas secas, privándonos del que quizá sea el paisaje más característico de Doñana. Aún así, los parajes son espectaculares, y el recorrido por más de treinta kilómetros de playa no afeada por ninguna obra humana es digno de disfrutarse. Incluso tenemos la ocasión de ver de lejos los restos de un barco naufragado en los años noventa que, por motivos económicos y administrativos, aún no se han retirado del lugar del accidente.

Terminamos justo para la hora de comer, así que volvemos a Matalascañas, comemos en nuestro restaurante extremeño y, tras otro breve paseo por la playa, cogemos el coche para irnos un poquito más lejos, hasta el centro de Interpretación de "El Acebrón", donde nos han dicho que hay una ruta bastante agradable y asequible, con oportunidades de ver aves. Mientras vamos en el coche con nuestra propia banda sonora, estamos siempre atentos a lo que pueda verse desde la carretera. Como veréis en la siguiente entrada de nuestra crónica, es una buena costumbre...

La ruta de "El Acebrón" es muy facilita y transcurre cerca de lagunas y arroyos, lo cual nos permite ver unas cuantas anátidas y otras aves acuáticas, incluyendo estrellas como las espátulas y un agradecido morito que posa para nosotros con sus plumas tornasoladas. Cuando termina la tarde, la damos por muy bien aprovechada.

De vuelta en el hostal, duchados y cenados, nos bajamos a la playa para ver el atardecer, contemplando algunas estampas realmente hermosas del sol ocultándose tras el mar y de pescadores regresando a la costa tras su faena. 

Y aquí os dejamos, a la espera del tercer y último capítulo de nuestro viaje, cuando ponemos rumbo a otro lugar de enorme valor natural, y en el que tuvimos un encuentro realmente inesperado y afortunado: las Marismas del Odiel.

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