Con pocas luces
Recientemente, las noticias han avisado de una nueva subida en la factura de la luz, algo que no alegra a nadie (salvo a las compañías eléctricas, claro está). No vamos a entrar a debatir sobre los motivos políticos o que las causas de estas decisiones abusivas se encuentran en prácticas de monopolio. Simplemente, queremos usar este hecho como un toque de atención sobre un uso inteligente de la energía eléctrica en nuestros hogares.
Las ideas básicas las conocemos todos, pero no estará de más recordarlas: no dejar las luces encendidas innecesariamente, ni los aparatos como los móviles conectados cuando ya se han cargado, por ejemplo. Apagar de vez en cuando la tele no estaría mal (hay más formas de entretenerse que no precisan de electricidad, y más enriquecedoras). Tenemos que recordar que, al margen de que las compañías la encarezcan, la electricidad cuesta producirla. Algunas veces esta energía tiene un origen limpio, como una central hidroeléctrica o solar, pero otras veces se produce en centrales térmicas que basan su rendimiento en la quema de combustibles fósiles. Así, cuanto menos demanda haya, menos se ofertará.
No estamos hablando de una vuelta a las cavernas, viviendo como ermitaños en cuevas iluminadas por cabos de vela encendidos; se trata simplemente de no consumir más de lo que necesitemos. Al fin y al cabo, hay veces que puede vivirse perfectamente con pocas luces.
No hay comentarios:
Publicar un comentario