Segunda entrega de estos apuntes de Educación Ambiental. Hoy os vamos a hablar de cómo se puede hacer que los chavales adolescentes desmotivados se impliquen más en temas relacionados con la Naturaleza.
Siempre hemos escuchado a lo largo de generaciones que la juventud de ahora no es como la de antes. Es una cantinela que, por mucho que pase el tiempo, siempre se repite. Claro que la juventud de ahora no tiene nada que ver con la de los jóvenes de antaño y en el futuro ocurrirá igual. Por eso no nos parece acertado que se hagan comparaciones en estos términos cuando se trata de épocas diferentes y contextos sociales y culturales distintos.
Partiendo de que los chavales cambian, somos los educadores los que tenemos que ver cuáles son las mejores fórmulas para conseguir darles la mejor Educación adaptada a sus necesidades e inquietudes.
Cuando en clase o en el campo te encuentras con alumnos que tienen una actitud total de pasotismo, lo mejor al principio es no forzar aún más la situación queriendo que pasen de no hacer nada a hacerlo todo. Cuantas veces nuestros padres nos han dicho que hagamos algo con insistencia y de tanto decirlo lo que consiguen es enfadarnos y que no queramos hacer nada de lo que nos dicen.
Con estos chavales la naturaleza es el marco idóneo para ir limando poco a poco esa actitud de desgana. Con los chavales de PCPI de los que fui tutor durante un curso, sirvió de mucho el ser el profe de Biología que nos habla de cosas tan sorprendentes como cuál es la edad del universo en segundos, cuál es el animal más largo del mundo o cómo se puede fabricar una estalactita casera.
En clase siempre estaban entretenidos buscando preguntas de todo tipo para que pudieran poner al profe (en este caso a mí) en un aprieto. Siempre uno de los deberes era ese. Recuerdo una vez que uno de ellos me preguntó que cómo pensaban los peces. En el momento actual, donde la información es algo que no cuesta trabajo obtener, debemos dar más importancia al aspecto práctico del aprendizaje. Si somos capaces de motivar a nuestros chavales para que sientan la necesidad de buscar información, que tengan una actitud crítica para contrastarla y que quieran seguir conociendo más cosas, habremos hecho lo mejor por ellos. Es como aquella frase que decía: no le des peces, enséñale a pescar. En este caso sería enseñar para querer aprender.
Después de toda la tarea de ir ganándote su confianza poco a poco, cuando sales con ellos de excursión es mucho más fácil que muestren interés y se impliquen en ver la naturaleza de otra manera a como están acostumbrados. Hay que partir de la idea de que estos chavales han tenido muy poco o escaso contacto con el campo, con lo cual tampoco debemos pretender que ese interés surja solo. Para que sedimenten todos esos valores, todas esas ganas de conocer cosas de la Naturaleza, se necesita un proceso largo y hay que tener mucha empatía con ellos cuando les hablas de estos temas. Siempre viene muy bien recurrir a contarles el porqué estudiaste Biología, hablarles de cómo de pequeño te ponías a salvar avispas de una muerte segura o cómo vas al campo casi todos los fines de semana.
Uno de esos alumnos de PCPI me contó que era aficionado a la pesca y que todas las mañanas antes de ir al instituto estaba en el parque que teníamos al lado pescando. A veces alguna clase del instituto se la saltaba y andaba por allí con la caña, lo sé porque cuando yo no tenía que dar clase me daba paseos por el sitio. Cuando lo encontraba no solo lo saludaba, también me sentaba a su lado para charlar con él. Le preguntaba si había pescado algo y a partir de ahí la conversación seguía sus cauces. En este parque se pueden ver gallinetas, fochas, martín pescador, cisnes, gansos, abejarucos y un montón de aves de todo tipo. El rato de estar juntos hablando noté cómo le iban gustando más las cosas que le contaba. Y ya no era solo el profe que "viene y me dice que tengo que estar en clase en lugar de estar ahí".
Tampoco hay que olvidar marcar distancias con los chavales. Pero para conseguir que la desmotivación quede atrás, hay que ser cercano con ellos. Y que vean que lo que tú les cuentas lo vives. En algunos casos cuesta más trabajo que vayan cambiando, otros es más fácil. De todas formas, los padres, profesores y educadores somos los que tenemos que estar más fuertes y convencidos de nuestro propósito, el ánimo y la energía nunca deben faltar. Si aún así no lo logramos, al menos lo habremos intentado y eso ya es mucho. Todo es cuestión de proponérselo. No hay que tirar la toalla NUNCA.
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