Es verano de 1899, un verano tremendamente caluroso, de esos que a mediodía te obligan a quedarte dentro de casa y moverte lo menos posible. Por si fuera poco, Calpurnia Tate es la única chica de siete hermanos, y ni su padre ni su madre le prestan demasiada atención. Algo así podría significar un tremendo aburrimiento para una niña de trece años (trece y tres cuartos, según le gusta remarcar) si no fuera por dos pequeños acontecimientos que cambiarán su forma de ver el mundo: su hermano mayor le regala un cuaderno para que apunte cosas, y tiene la ocasión de conocer a ese señor barbudo, grave y ceñudo que es su abuelo.
"La evolución de Calpurnia Tate" es un libro ameno y encantador, que nos descubre a través de una niña de finales del siglo XIX los recovecos de la teoría de la evolución de Darwin, todo ello a través de las enseñanzas de su abuelo y del entorno rural donde vive, mientras tiene las pequeñas luchas de una mujer de la época que quiere dedicarse a algo tan pintoresco como ser naturalista.
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