El Etna, en Sicilia, ha vuelto a entrar en erupción a principios de marzo. Últimamente se está mostrando inusualmente activo. Llevaba dormido desde finales del 2015, pero está claro que un par de años no es más que un parpadeo para este titán de más de 3220 metros de altura.
El Etna es un volcán de tipo estromboliano. Esto quiere decir que es de los que tiene las lavas más viscosas (solo superadas por las de los volcanes de tipo peleano), y esto no suele significar buenas noticias. Cuando la lava es más densa, se corre el riesgo de que solidifique en la chimenea, y se produzca una erupción tremendamente explosiva, con liberación de gases, bombas volcánicas y otros productos sólidos. Por fortuna, esta última erupción no está siendo tan destructiva, y hasta ahora los ríos de lava están discurriendo por lugares que no amenazan viviendas ni vidas humanas. Los terremotos que siempre acompañan a este tipo de fenómenos geológicos parecen estar remitiendo en intensidad. Aún así, se mantiene la vigilancia, porque el comportamiento de un volcán siempre es impredecible. Hoy por hoy somos incapaces de controlar a estos gigantes de roca y fuego, y lo más que podemos hacer es seguir estudiándolos para mejorar nuestras medidas de prevención o de evacuación en el peor de los casos.
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| El Etna en toda su terrible belleza |
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Por cierto ¿sabías que, según la mitología griega, cuando Zeus se enfrentó al titán Tifón, viéndose incapaz de matarlo, lo sepultó debajo el Etna? Los antiguos decían que cuando el volcán se despertaba era Tifón intentando liberarse de su rocosa prisión ¡Qué miedo si logra escaparse!
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