La abeja (Apis mellifera) es sin duda un animal fascinante. Desde la antigüedad ha sido considerado sinónimo de industriosidad, y es que son trabajadoras infatigables, que continuamente se afanan en la recolección de polen, mantenimiento de la colmena, cuidado de las larvas y alimentación de la reina. Resulta difícil hacerse a la idea de cuánto dependen nuestros cultivos de su tarea polinizadora, y es que, sin pedir nada a cambio más que el poder llevar su vida normal, las abejas mantienen en activo alrededor del 70% de la labor agrícola humana.
Pero ahí no acaba el interés que estos afanosos insectos despiertan en el hombre. El naturalista alemán Karl Von Frisch fue el primero en descifrar su lenguaje, único en el reino animal, en el que danzas de "ochos" y vibraciones de su abdomen se traducen en compleja geometría para indicar la localización de campos de flores a sus hermanas. También muestran notables conocimientos de matemáticas al descubrir que la forma hexagonal de las celdillas es la que, con menos cera, consigue una figura apilable de área máxima ¡Y todo esto sin tener que ir a clase! Igualmente, exhiben conocimientos de bioquímica, al incluir en la elaboración de la miel compuestos fungicidas, que hacen que este nutritivo alimento pueda conservarse durante muchísimo tiempo. Y es que estos pequeños artrópodos están llenos de sorpresas... Pongamos nuestro granito de arena para que sigan con nosotros por mucho tiempo, porque los necesitamos más de lo que pensamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario