Por muchas veces que se haya visitado un lugar, siempre reconforta y se pueden encontrar cosas nuevas en él. Porque, aunque hay gente que opina que es mejor conocer otros sitios antes que volver a repetir, hay muchas sorpresas aguardando... Al Puerto de Canencia hemos ido ya en muchísimas ocasiones, pero nos apetecía recorrer otra vez su pinar y su abedular, en busca de un otoño ya incipiente que regala muchas bondades a los sentidos.
El día amaneció un tanto nublado y con cierta probabilidad de lluvia; pero estas predicciones no hicieron que nos echáramos atrás y bien pertrechados para el frío y con paraguas en ristre (por si acaso, si bien no hicieron falta) pusimos rumbo para allá. Esperábamos encontrar bastante gente, pues es una zona setera, pero no había demasiados coches.
Empezamos a caminar sobre las diez, discurriendo nuestros pasos por la ruta llamada de La Chorrera de Mojonavalle. A continuación os ponemos el track, por si os animáis a hacer la senda alguna vez. Cuando dejamos atrás el pinar y empezamos a ver los colores dorados típicos del otoño estampados en los abedules que pueblan las márgenes de los arroyos, el corazón nos dio un vuelco, es inevitable... Toda esa belleza, que bien podría ser plasmada en un cuadro, nos abrió los sentidos y nos llenó el alma.
En cuanto a setas no vimos muchas. No era nuestra intención buscarlas, aunque nos hemos traído alguna que otra foto para dar testimonio de las que encontramos. Los que sí que iban buscándolas tampoco llevaban las cestas bien repletas... De aves vimos algún que otro carbonero y herrerillo capuchino. También arrendajo, agateador y alguno más, pero tampoco se dejaron ver demasiadas especies.
Por lo demás, fue una experiencia única, nunca nos defrauda este lugar. Así que, sin dudarlo que volveremos en cuanto el tiempo nos lo permita. Os dejamos ya con las imágenes que pudimos tomar. Ya sabéis que para verlas en grande solamente tenéis que pulsar sobre ellas.
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