Cualquiera que se haya detenido a observar cualquier ave y haya prestado atención a su comportamiento, estará convencido de que estos animales tienen algo más que plumas en la cabeza. Sin embargo, la mayoría de las personas piensan en ellas como poco más que animales que se mueven maquinalmente, "solo por instinto" (como si el instinto no fuese también una especie de inteligencia).
Pues bien, Jennifer Ackerman nos trae un libro lleno de estudios, anécdotas y ejemplos que nos demuestran que las aves son más inteligentes de lo que la gente cree, mucho más. Aves con una memoria prodigiosa, capaces de retener la ubicación (y la caducidad) de miles de semillas enterradas; aves migratorias que combinan varios sistemas de navegación (percepción magnética, infrasonidos, estrellas, referencias topográficas) para orientarse incluso en las situaciones más adversas; otras con un gran sentido estético que reúnen objetos azules para crear sus composiciones y atraer a las hembras; córvidos que saben contar y realizar operaciones matemáticas sencillas; carboneros que aprenden a abrir botellas de leche y se lo enseñan unos a otros; aves que aprenden, que mienten, que consuelan a compañeros... la lista es tan grande como sorprendente.
Un libro imprescindible para asomarse al mundo interior de estos animales y verlos con nuevos ojos cuando nos los encontremos en los parques o en nuestros paseos por el monte.
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