¡Continuamos con nuestra crónica pirenaica! En la anterior entrada ya os contamos algunas de nuestras experiencias y lo bien que nos habíamos sentido alojados en la Casa Fontamil. Pero nos dejamos cosas en el tintero, y con ellas vamos hoy.
Cosas como nuestra visita al Ibón de Plan. Para los que no lo sepáis, un ibón es un lago de origen glaciar. El de Plan es simplemente impresionante, rodeado por altísimas y escarpadas montañas, que se reflejan en las aguas quietas del ibón. Es una visita obligada para todos los que améis la Naturaleza y visitéis esos parajes. Además, tuvimos ocasión de ver muchos renacuajos e incluso un gallipato. La única pega fue que a partir de una hora empezó a llegar mucha gente, y no toda ella mostraba educación y respeto por aquel lugar. Pero si madrugáis un poco, os aseguramos que la experiencia merece la pena.
Como también merece la pena acercarse a visitar la Cueva del Oso. Está un poco apartada; no son muchos kilómetros, pero las carreteras obligan a ir despacio. Eso sí, la visita guiada - después de echar un vistazo al museo - de unos cincuenta minutos de duración, se hace muy amena e interesante, y se puede ver incluso la excavación donde se están buscando más restos de oso de las cavernas ¡qué pasada!
El último día decidimos no coger el coche e hicimos una pequeña ruta que unía Gistaín con Plan. Corta, pero un poco empinada, eso sí. Pudimos comer en el pueblo - muy bien, por cierto - y dar unos cuantos paseos. Lo interesante vino después, cuando empezaron a juntarse nubes, y una tormenta increíble nos vino encima en el camino de vuelta ¡Menudo chaparrón! ¡Volvimos a la casa completamente calados!
El balance total, desde luego, ha sido muy positivo, con ganas de repetir. Os dejamos con el resto de las fotos. Como siempre, haciendo clic sobre ellas podréis verlas en grande ¡Esperamos que os gusten!
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