Desde este nuevo blog podréis conocer muchas cosas relacionadas con el Medio Ambiente: cómo caminar por la montaña, rutas de senderismo, curiosidades de flora y fauna, experiencias y anécdotas vividas... y un sinfín de ideas útiles que nos brinda cada día nuestra Naturaleza.
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miércoles, 19 de febrero de 2020

Viajando con Hank




¡Hola, bosquienanos viajeros! ¿Os apetece venir conmigo para descubrir un sitio distinto a todo lo que hayáis visto? Pues acompañadme nada menos que hasta la misteriosa India para encontraros con una maravilla natural conocida como...



Se trata de un desierto increíble, de treinta mil kilómetros cuadrados, que se reparte entre los territorios de Gujarat (La India) y Sind (Pakistán). ¿Y qué tiene de particular este paraje, tan poco conocido como sorprendente? Pues bien, veréis, el nombre de Rann viene de una palabra en hindi que significa "marisma salobre", y es que como está formado completamente por arcilla, cuando llega la época del monzón y se pone a llover a tope, ¡el desierto se inunda! Esto es así porque la arcilla es impermeable, y de esta manera hace que se formen un montón de lagos separados por parches de vegetación espinosa. Entonces, lo que el resto del año es un desierto bastante antipático, se convierte en poco tiempo en todo un refugio de multitud aves, donde crían, entre otras,  flamencos y flamencos enanos. Cuando pasa la época de lluvias, la evaporación hace desaparecer los lagos, convirtiendo todo una vez más en un desierto cuya superficie estará cubierta por costras de sal.

Esta zona formaba parte muy antiguamente del Mar Arábigo, pero procesos geológicos la elevaron hasta cortar la conexión con éste. Ah, y otra cosa: ¿sabíais que el gran Alejandro Magno, en su camino a La India, tuvo que atravesar el Rann navegándolo?




miércoles, 21 de agosto de 2019

Viajando con Hank




¡Agarraos a vuestros turbantes, viajeros Bosquienanos! Si creéis que tenéis calor, pensadlo dos veces, porque hoy os voy a hablar de un lugar realmente CALIENTE. Ni más ni menos que del...




El Sáhara es grande... MUY GRANDE. Tiene más de nueve millones de kilómetros cuadrados de superficie, el más grande de los desiertos cálidos (el tercero si consideramos los desiertos fríos). ¡Es casi tan grande como China o Estados Unidos! Os podéis imaginar que no es lugar para visitar por tu cuenta ¡conviene ir acompañado de alguien que sepa muy bien cómo moverse, porque nadie quiere perderse en un sitio así! Intentad imaginar mares y mares y mares de arena, con las dunas como si fueran olas ¡Y ni un solo árbol, ni una sola sombra hasta donde alcanza la vista! Y no digamos del agua...

Pero en toda su desolación y calor (mucho calor) el paisaje es uno de los más bellos que pueden encontrarse en el mundo. Tuve ocasión de ver amanecer, y el modo en que el sol va pintando colores en las dunas es realmente espectacular. ¡Y qué dunas! Algunas miden más de cien metros de altura.

¡Ah, por cierto! Las gentes que viven allí pueden parecer distantes, pero os aseguro que son muy muy hospitalarias, siempre y cuando sepamos comportarnos con educación. ¡Menuda experiencia!




domingo, 12 de abril de 2015

Diez días por Marruecos: el Atlas, el desierto o el Antiatlas...

El sexto día comienza con emociones fuertes desde muy, muy temprano. ¡Tenemos que estar despiertos a las cinco y media de la madrugada para ver amanecer en el desierto! Nada más salir de la jaima nos golpea un grandioso y absolutamente precioso cielo plagado de estrellas, envolviendo el campamento y el desierto de dunas que nos rodea, empequeñeciéndonos bajo su manto. Allí arriba están las constelaciones de las dos Osas, Draco, el Lince, el magnífico Orión, Perseo... todas narrando miles de historias como las que han compartido durante milenios las tribus nómadas en noches como ésta. El silencio y la tranquilidad que lo inunda todo son tan inmensos que cuesta obligar a la voz a ir más allá de un susurro, como si nos encontráramos en el interior de una gigantesca y sagrada catedral.
 
Una vez más, hacemos nuestros exiguos equipajes y nos ponemos en marcha, esta vez a lomos de dromedarios que nos internarán un poco más en el océano de arena. A pesar de que son animales bastante mansos los que nos han tocado en suerte, no deja de causar impresión cuando, una vez acomodados sobre la joroba, se ponen en pie alzando primero las patas traseras y luego las delanteras, para acabar viendo el mundo desde una altura sensiblemente superior a la de un caballo.
 
¡Pero qué experiencia cruzar las dunas de este modo! La amplitud del paisaje, las suaves curvas de arena de las dunas y el lento pero constante paso del dromedario nos acercan un poco más a esa pausada manera de contemplar el tiempo y el mundo que poseen las gentes de estas latitudes. Y cuando finalmente llegamos a una duna más alta que las demás, nos bajamos y nos sentamos en la cresta, observando en silencio cómo el cielo clarea poco a poco, y el desierto se va llenando de color ¡Desde luego ha merecido la pena el madrugón!
 
De camino de vuelta al campamento encontramos en la arena huellas de muchos animalitos, entre ellos jerbos, escarabajos y fenecos o zorros orejudos del desierto. Tomamos el desayuno en el Ryad una vez más, hacemos una sesión de Tai-chi improvisada mientras esperamos a que los coches estén listos, y dejamos atrás el Nomad Palace.
 
Antes de llegar a Erfoud, donde volveremos a nuestros coches, hacemos un alto en una sebkha donde podemos ver flamencos a placer, junto con otras aves acuáticas y limícolas. Más tarde, mientras parte del grupo hace algunas compras en Rissani (que fue en su momento el límite más meridional del imperio romano) nosotros nos despedimos en Erfoud de nuestro conductor y guía Dawid, con el que nos sacamos una foto de grupo.
 
Ya montados en el fiel Seat Ibiza con Lucio y Paloma, volvemos a reunirnos todos y continuamos nuestro periplo. Hacemos una primera parada en un puesto para comprar fósiles, aunque varios de nosotros preferimos quedarnos con cuatro niñas y un niño bereberes, a los que regalamos unos dibujillos, un abanico y algunos globos y nos pasamos un rato pipa jugando y cantando con ellos. Es difícil decir quién lo disfruta más, porque la risa en sus rostros y la luz en sus miradas, aunque sea con juguetes tan simples como unos cuantos globos inflados, es toda una lección acerca de qué cosas son las que realmente importan en esta vida. Para nosotros es, sin duda alguna, el mejor tesoro que nos traemos de Marruecos.
 
Por si todo lo anterior fuera poco, por la tarde nos aguarda uno de los paisajes más majestuosos que hemos contemplado: el interior de la Garganta del Toudra. Es difícil dar una idea, ya sea con fotos o con palabras, de la grandiosidad de sus paredes de roca caliza, alzándose a una altura descomunal a ambos lados del viajero, que no puede por menos que sentirse humilde frente a las obras nacidas del trabajo milenario del agua sobre la roca.
 
Cenamos esta noche en Ouarzazate. La triste noticia del accidente de los espeleólogos no la sabremos hasta nuestro regreso a la península, porque no tenemos mucho tiempo para enterarnos de lo que sucede en el mundo. Ya en el restaurante del hotel, Nico y Pablo nos avisan de que hay cambio de planes para el día siguiente, ya que unas inundaciones han echado abajo varios puentes por los que se supone que íbamos a pasar, y eso nos obliga a desviarnos por una ruta ligeramente más larga. ¿Pero qué son a estas alturas unos cuantos kilómetros de más?
 


Despertamos en las jaimas...

Preparados para la siguiente etapa
 
 
 
 
 


... y sentimos la magia...


Un paseo por el desierto
 
 
 
 
 
... y todos juntos... 
 
 
Esperando al amanecer en las dunas






... contemplamos un espectáculo único...


Ya amaneció
 
 
 
 
 
 
 
 
... y a lomos de la aventura...


En unos cuantos dromedarios
 
 
 
 
 
 
... vivimos momentos irrepetibles...
 

El embrujo del desierto
 
 
 
 
 
... y nos llenamos de recuerdos...
 
 

Escribiendo en la arena
 
 
 
 
 
 
... como unos bereberes más... 
 

El grupo en los dromedarios
 
 
 
 
 
 
... que se confunden con el ambiente...
 

Descansando antes de volver a las jaimas
 
 
 
 
 
 
 
... y reúnen muchos sueños...


Fue un instante abrumador
 
 
 
 
 
 
 
 
... al compás de unos pasos...


Dani cabalgando
 
 
 
 
 

... que se pierden entre sonrisas...


Todo un auténtico bereber
 
 
 
 
 


... dejando huella nos vamos...


Varios animales dejan sus rastros
 
 
 
 
 
 
 
 
... y volando aterrizamos...
 
 
Una libélula en una sebkha
 
 
 
 
 
 
 
... para seguir observando...


Otra pose más de la libélula
 
 
 
 
 
 
 
 
... bien de cerca...

De perfil posa ahora
 
 
 
 
 
 
 
 
... o un poco más lejos...
 
 
Una cigüeñuela
 
 
 
 
 
 
 
 
 
... o nos dedicamos a jugar...
 
 
Almu junto a unos peques
 
 
 
 
 
 
... con unos niños muy alegres...
 
 
Con unos globos
 
 
 
 
 
 
... de una inocencia especial...
 

Diciéndonos su edad
 
 
 
 
 
 
 
 
... que se conforman con muy poco...


Felices con un globo
 
 
 
 
 
 
 
 
... y nos regalan mucho... 
 

Una preciosa sonrisa
 
 
 
 
 
 
 
 
... y seguimos jugando... 
 

Tan entretenido con su "balón" 
 
 
 
 
 
 
 
 
... a dibujar miradas...


Pura inocencia
 
 
 
 
 
 
 
 
... que cuentan muchas cosas...


El grupo de peques
 
 
 
 
 
... ya sea de reojo... 
 

Otra foto con ellos
 
 
 
 
 
 
 
... o mirando sin más... 
 

Una carita bien risueña
 
 
 
 
 
 
 
... ya nos tenemos que ir... 
 

Antes de salir para el cole
 
 
 
 
 
 
 
... y se nos quedó grabada su sonrisa...
 

Con mucha ternura
 
 
 
 
 
 
 
... en otro lugar... 
 
 
Con una ciudad al fondo
 
 
 
 
 
 
 
... bajo una panorámica impresionante...


Un entorno muy llamativo
 
 
 
 
 
 
 
 
... mantenemos la ilusión...

Cansados pero entusiasmados
 
 
 
 
 
 
 
 
... y guardamos regalos...

Dromedarios en un puesto en la Garganta del Toudra
 
 
 
 
 
 
 
 
... que agrandan el corazón... 
 

En la Garganta del Toudra unas vistas impresionantes
 
 
 
 
 
 
 
 
 
... y nos hacen sentir pequeños...


Paseando por la Garganta del Toudra
 
 
 
 
 
 
... como si entre nuestras manos...
 
 
Un sapo común marroquí
 
 
 
 
 
 
 
 
 
... se escapara el tiempo...


El sapo desde otro ángulo
 
 
 
 
 
 
 
 
... y aquí nos detenemos...


En el agua
 
 
 
 
 
 
 
... y ya nos toca marchar...
 
 
Apostamos por el sol
 
 
 
 
 
... rumbo a otro lugar. 
 
 
La crónica sigue, aún mucho por contar...
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

viernes, 10 de abril de 2015

Diez días por Marruecos: el Atlas, el desierto o el Antiatlas...

Amanece en el desierto un día más, y la luz del sol nos permite ver las dunas que rodean el Ryad Nomad Palace, dunas que en la noche del día anterior nos pasaron desapercibidas. Como nos levantamos pronto, nos da tiempo a sacarnos algunas fotos con unos dromedarios antes de ir a desayunar.
 
Con nuestros exiguos equipajes ya dispuestos, subimos al todoterreno, conducido una vez más por Dawid, y nos volvemos a adentrar en el reg hacia un punto donde nos espera un yacimiento de trilobites ordovícicos. Nos sigue asombrando la exactitud de esta gente a la hora de orientarse en un paisaje tan carente de puntos de referencia, al menos para nuestros inexpertos ojos. Y por si eso fuera poco mérito, los guías nos encuentran después una sombra donde poder pararnos a comer, porque hoy el almuerzo toca en el campo, y está el día como para quedarse al sol. Así que conseguimos apiñarnos cuarenta personas en la sombra de tres acacias para dar cuenta de algunos espárragos, mejillones y algo de embutido. No es precisamente un menú de alta cocina, pero como dice el saber popular "en el campo está todo rico".
 
Por la tarde, una visita a otro yacimiento fosilífero, nada menos que restos de corales del Devónico, y más tarde podemos visitar una mina de goethita, un mineral ferruginoso, pesado y negro, que suele presentarse en hábito botroidal (como si formara burbujas en la superficie de la roca). Quien más, quien menos, todo el mundo rebusca un poco en la escombrera para llevarse su trozo de goethita. Aprovechamos también para comprar algunos fósiles a una familia asentada junto a la mina, y regalamos nuestros prismáticos (unos sencillos y pequeñitos que llevábamos para el viaje) al chaval de la casa.
 
La luz del día se nos va, y Pablo y Nico apremian para que emprendamos el camino de regreso. Al volver al Ryad nos encontramos con que el comedor está atestado de gente, lo que ocasiona no poco caos a la hora de encontrar una mesa libre y poder cenar.
 
Pero ni siquiera con esto acaba el día, porque después de la cena hay que volver a subirse a los coches para dirigirse al campamento de jaimas donde pasaremos la noche. En el camino, ya noche cerrada, algún coche se queda atascado en el difícil terreno arenoso, pero finalmente logramos llegar a nuestro destino, donde nos reciben con música y cantos de bienvenida.
 
Quizás nosotros habríamos preferido algo más tranquilo y "rústico", pero el cansancio y lo bonito del lugar hacen que perdonemos el jaleo de más de cuarenta personas intentando distribuirse entre las tiendas, y pronto nos metemos en la que nos asigna Pablo, compartiéndola ¡qué casualidad! con nuestros compañeros de coche, Paloma y Lucio. No hace falta decir que caemos rendidos rápidamente ¡Mañana toca madrugar para ver amanecer rodeados de dunas!

Y por supuesto que os enseñamos las fotos de este día:
 



En pleno desierto...

En el hotel
 
 
 
 
 
 
 
... también hay mucha agua...
 

Piscina del hotel donde nos alojamos
 
 
 
 
 
 
... y estampas tan típicas...
 

 
Dos dromedarios en las dunas
 
 
 
 
 
 
 
... que nos hacen fotografiarnos...
 
 

Dani junto a un dromedario
 
 
 
 



... para vernos la cara...


De perfil
 
 
 
 
 
 
 
 
... o desde lejos comprobar...
 


Escena en el desierto
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 ... que todo pasa...


Más fotos del desierto en Marruecos
 
 
 
 
 
 
 
 
 ... ante nuestros ojos...


Dos dromedarios descansando
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 ... con mucha armonía...


Preciosa imagen en la arena
 
 
 
 
 
 
 
 
... y entonces nuestras miradas...
 


Dani entre las dunas
 
 
 
 
 
 
... se detienen una vez más...
 


Muy tranquilo el dromedario
 
 
 
 


 
... y seguimos sonriendo...


Almu en el desierto
 
 
 
 
 
... y volando alto...
 
 
Un gorrión moruno
 
 
 
 
 
 
 
... permanecemos atentos...
 
 
Primer plano
 
 
 
 
 
 
 
 
... a la vida en el desierto...
 
 
En el hotel
 
 
 
 
 
 
 
... que siempre transcurre...
 


Almu en el hotel antes de partir
 
 
 
 
 
 
 
 
 
... con grandes metas...
 
 
Vehículos en pleno desierto
 
 
 
 
 
 
 
... en viajes inolvidables...
 
 

Entre los todoterrenos
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 ... llenos de buenos momentos...


Almu en el todoterreno
 
 
 
 
 
  
 
 
 ... y entre piedras...


Muchas rocas en el desierto
 
 
 
 
 
 
 
 
 
... hay paisajes insólitos...
 


Formación geológica del desierto
 
 
 
 
 
 
 
 
 
... y continuamos con más Geología...
 
 
Rocas muy interesantes
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 ... todos muy atentos...


El grupo en el desierto
 
 
 
 
 
 
 
 
 
... a cantidad de cosas...
 
 
Una langosta en el desierto - I -
 
 
 
 
 
 
 
 
 ... que saltan ante nuestros ojos...


Una langosta en el desierto - II -
 
 
 
 
 
 
 
... o que admiramos sin más...
 

 

Una planta en el desierto
 
 
 
 
 
 
 
 
 
... porque la vida bulle...
 
 

Pequeña oruga
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 ... por todas partes...


Otra flor más
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 ... ya que en el desierto...

Planta adaptada al calor
 
 
 
 
 
 
 
 
... aguardan muchas sorpresas...
 
 
Huellas en la arena
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 ... y bien preparados...


Para combatir el polvo y el calor del desierto
 
 
 
 
 
 
 
 
... proseguimos observando...
 
 

Otra formación geológica
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 ... más Geología en estado puro...


Paisaje de rocas
 
 
 
 
 
 
 
 
... y ya toca comer...
 
 

Comida de campo a la sombra de una acacia
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
... y mientras vemos más huellas...
 


Rastros en la arena
 
 
 
 
 
 
 
... la noche nos espera... 
 
 

Dormiremos en una jaima parecida a esta
 
 
 
 
 
 
... y viviremos más aventuras
en pleno desierto.
 
 
Todavía queda mucho por contar...