Nuestras visitas a La Rioja empiezan a ser una tradición anual. La cosa empezó con la geoexcursión de 2015, en la que tomamos contacto con la riqueza geológica de esta región. Tan encandilados quedamos, que en la salida de 2016 repetimos el viaje organizado por Geodidac. En el 2017 un imprevisto nos impidió apuntarnos, pero este año no hemos faltado a la cita, y allí derechos hemos ido este fin de semana.
¿Y qué tiene esta excursión para regresar a ella con tanto entusiasmo una y otra vez? En primer lugar, la visita a dos impresionantes minas de piritas, de las más importantes a nivel europeo e incluso mundial, en las que cualquiera puede contemplar asombrado la perfección geométrica de la que la Naturaleza hace gala a la hora de crear sus cristales. En segundo lugar, el tronco fósil de Igea y la gran cantidad de huellas de dinosaurios que nos transportan a un tiempo en el que los montes riojanos eran deltas a la orilla del mar y enormes reptiles acudían al lugar a refrescarse y ramonear (si nuestro profe lee esto, sabe por qué lo hemos puesto, je, je). En tercer lugar, la visita al pequeño pero bien surtido museo geológico de Arnedo, cuya existencia se debe al tesón y entusiasmo altruista de personas como pocas quedan. Pero sobre todo, por disfrutar de la compañía de un montón de gente que comparte el interés y el amor por el mundo geológico, y volver a encontrarnos con el incombustible y siempre entusiasta Santi, antiguo alcalde de Arnedo, auténtica alma de aquellas tierras. Por si fuera poco, este año nos tenía preparada (él decía que era casualidad, pero nosotros no nos lo creemos) una demostración de entrenamiento de perros de rescate ¡Estuvo sensacional!
No hace falta que os digamos más, porque las imágenes hablan por sí solas. Si las queréis ver en grande, solo tenéis que pinchar con el ratón encima de ellas.
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