La primera vez que fuimos a Gredos fue allá por el 2011, y fue toda una experiencia. Luego repetimos en el 2015, y como lo echábamos de menos, hemos regresado este año a visitar sus montañosos paisajes y su impresionante laguna de origen glaciar. ¿Que aún no conoces el sitio? Pues vamos a contarte cómo nos fue, a ver si te entran ganas de verlo en persona...
Para esta ruta lo ideal es llevar el coche hasta el aparcamiento de La Plataforma. Desde allí comenzaremos a andar por la senda siguiendo los carteles que indiquen hacia la Laguna Grande. Hay aproximadamente dos horas y media según las indicaciones (echadle un poquito más) y otro tanto de vuelta, más lo que os entretengáis comiendo, disfrutando del paisaje y sacándoos fotos con las cabras.
La ruta en sí no es difícil, aunque hay alguna subidita que cuesta (y a la vuelta se convierte en una bajadita que cuesta), pero en general el camino está empedrado y no reviste dificultades. Eso sí: NO es una ruta para hacer en verano, porque a lo largo del camino no hay un solo árbol ni una sola sombra, y nos encontraremos con una única fuente (de agua no tratada, abstenerse delicados de estómago). Escoged siempre que podáis un día que no pase de los veintipocos grados centígrados y, a ser posible, con un poco de brisa (se agradece horrores). La ruta, por otro lado, no tiene pérdida, pero de todas formas os ponemos aquí el track para más claridad.
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Dicho esto, solo queda gozar de unas vistas impresionantes. En un paisaje de modelado glacial sobre granitos veremos extensas praderas de piornos con algún riachuelo y lagunazo, y tendréis oportunidad de ver aves como acentores (en algunos sitios hay tantos que parecen gorriones) collalbas y pechiazules entre otros.
Y, por supuesto, las cabras. Las cabras montesas de Gredos están tan acostumbradas a la presencia del hombre que algunas de ellas son hasta descaradas. Tienen bien aprendidos los sitios donde es más probable encontrarse con esos primates andarines que de vez en cuando les echan comida (en esta ocasión vimos dos ejemplares, uno en la única fuente del camino, y otra en el mirador de la Laguna; no son tontas). Aquí tenemos que dar una opinión y una advertencia: en primer lugar, no somos amigos de dar comida a la fauna salvaje, porque volverla dependiente de las aportaciones de los turistas puede ser contraproducente; y en segundo lugar, no hay que creer que un animal que tolera al hombre es inofensivo. Solo quiere decir que soporta nuestra presencia. Lo decimos porque uno de los turistas que encontramos en la fuente se llevó un amago de cabezazo por querer tocar al animal sin su permiso. Una cosa es sacarse la foto con el animalillo cerca, que siempre tiene su gracia, y otro abusar de su paciencia.
Las vistas de la Laguna Grande compensan todo el cansancio que hayamos acumulado para llegar hasta allí (y el que nos llevaremos de vuelta), porque la belleza de este paraje glaciar es arrobadora. Se puede bajar hasta allí, e incluso hay un refugio para pernoctar si se desea subir hasta el Almanzor, pero eso lo dejamos para otros. De momento, os enseñamos las fotos del día, incluyendo algunos "bosquiselfies" de nuestro travieso y montañero Pinchitos ¡Esperamos que os gusten!
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