"¡Hola de nuevo, viajeros Bosquienanos! Preparad las maletas porque el viaje de hoy nos va a llevar literalmente hasta la otra punta del mundo. Se trata de un lugar maravilloso y mágico, nada menos que...
En el centro de Australia se alza un gigantesco monolito natural de arenisca de casi trescientos cincuenta metros de altura, rodeado por una vastísima llanura en la que solo hay matorrales y algún arbolito. Es el lugar conocido como Ayers Rock, aunque a mí me gusta más el nombre que le dieron los aborígenes: Uluru. Para ellos es el centro espiritual del mundo, el corazón del Tiemposueño (la época mitológica en la que los Antepasados crearon todo lo que nos rodea mediante canciones ¡Qué bonito!). Se encuentra dentro del Parque Nacional Uluru Kat-Tjuta, y desde hace poco está prohibido acceder hasta el lugar, que empezaba a deteriorarse por la afluencia de visitantes ¡Que hay que cuidar las cosas, caray, y es igual de bonito verlo de lejos! De todas formas, llegar hasta Uluru no es tontería: en el desierto que lo rodea es fácil que se alcancen los 46ºC sin usa sola sombra en la que cobijarse ¡Buf!
Además de disfrutar de las tonalidades cambiantes que la luz dibuja sobre la roca, se puede visitar el manantial de Mutitjulu, las cuevas de Uluru (con pinturas rupestres del dios Wandjina), el Valle de los Vientos o las gargantas de Kantju. ¡Ojo! No se deben recoger piedras como souvenir: no solo los nativos aseguran que cae una maldición de mala suerte sobre el que lo hace, sino que por motivos de conservación y de respeto hacia las costumbres es mejor no hacerlo. La contemplación del lugar es lo bastante espectacular de por sí."
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