El principal motivo por el que habíamos decidido encaminarnos al paraje de El Bierzo era nuestro deseo de conocer Las Médulas; y parece que ellas mismas nos estaban esperando, porque nada más aparcar nuestro coche frente al hotel Cornatel Médulas y saludar a nuestro casero Satur, éste ya nos tenía preparada una ruta por esta antigua mina romana.
Para hacer un poco de tiempo mientras están disponibles las habitaciones, damos un pequeño paseo hasta el Aula del Castaño. Allí, además de aprender muchas curiosidades sobre estos árboles que son casi el corazón de El Bierzo, nos ofrecen mucha información sobre el lugar. Luego volvemos al hotel para dejar nuestras cosas en la habitación y, sin perder ni un momento, nos lanzamos a la aventura.
Las Médulas no están nada lejos del pueblo de Borrenes, así que no tardamos nada en llevar el coche hasta allí. Después de una pequeña cuesta, nos encontramos con la primera maravilla en el Mirador de Orellán: una perspectiva casi a vista de pájaro de este paisaje de rocas altas, rojizas y escarpadas, sobresaliendo entre un bosque frondoso de verdes castaños. Había mucha gente, pero no fue un problema porque no iban mucho más allá, mientras que nuestra ruta nos lleva catorce kilómetros más adelante, para ver Las Médulas desde todos los ángulos. Se trata de una ruta circular, con algunas subidas y bajadas, que no habría sido nada difícil de no ser por el fuerte calor que nos acompañó durante el camino. Aún así, después de tantas horas de viaje en coche, era algo que se agradecía. La ruta transcurre por una pista de tierra, y está bien señalizada. Eso sí, en muchas partes hay poca sombra, y no encontramos fuentes.
Para hacer un poco de tiempo mientras están disponibles las habitaciones, damos un pequeño paseo hasta el Aula del Castaño. Allí, además de aprender muchas curiosidades sobre estos árboles que son casi el corazón de El Bierzo, nos ofrecen mucha información sobre el lugar. Luego volvemos al hotel para dejar nuestras cosas en la habitación y, sin perder ni un momento, nos lanzamos a la aventura.
Las Médulas no están nada lejos del pueblo de Borrenes, así que no tardamos nada en llevar el coche hasta allí. Después de una pequeña cuesta, nos encontramos con la primera maravilla en el Mirador de Orellán: una perspectiva casi a vista de pájaro de este paisaje de rocas altas, rojizas y escarpadas, sobresaliendo entre un bosque frondoso de verdes castaños. Había mucha gente, pero no fue un problema porque no iban mucho más allá, mientras que nuestra ruta nos lleva catorce kilómetros más adelante, para ver Las Médulas desde todos los ángulos. Se trata de una ruta circular, con algunas subidas y bajadas, que no habría sido nada difícil de no ser por el fuerte calor que nos acompañó durante el camino. Aún así, después de tantas horas de viaje en coche, era algo que se agradecía. La ruta transcurre por una pista de tierra, y está bien señalizada. Eso sí, en muchas partes hay poca sombra, y no encontramos fuentes.
Durante todo el camino nos acompañan unas magníficas vistas del valle de El Bierzo, y esa sensación de amplitud y silencio que impregna los caminos de montaña poco transitados. En un punto, un cartel nos indica que la ruta se desvía a la izquierda en una alternativa llamada "Las Medulillas", que visitamos durante un rato antes de regresar a la vía principal. Rodeando la mina a cielo abierto, el camino termina por bajar hasta toparnos con el pueblo de Las Médulas, buen lugar para hacer un alto e hidratarse. Del pueblo sale un sendero, bien indicado, que nos llevará a través de La Valiña, de vuelta al aparcamiento. Siguiendo este camino, el senderista puede contemplar dos impresionantes cuevas llamadas "La Cuevona" y "La Encantada". Merece la pena acercarse a verlas, antes de retomar La Valiña ¡Ojo! En este punto un cartel nos indica hacia Las Médulas ¡Pero no es de vuelta al pueblo, sino hacia el paraje geológico! Lo avisamos porque no fuimos los únicos un poco confundidos al respecto...
Este último tramo tampoco tiene desperdicio, porque permite ver Las Médulas desde abajo, después de haberlas admirado desde arriba. Hay una inevitable subida hasta volver a entroncar con la pista del aparcamiento, pero a estas alturas, no nos vamos a echar atrás...
Después de la aventura, regresamos al hotel para dejar nuestros pertrechos y descansar un poco ¡Pero el día no se ha acabado! Aconsejados de nuevo por Satur y su hermana, esa misma tarde a eso de las ocho y media regresamos al Mirador de Orellán ¿El motivo? Una espectacular vista de la puesta de sol, con un cielo lleno de oro y rojo sobre el magnífico paisaje....
Nuestras vivencias en El Bierzo no han acabado; solo estamos en el primer día. Cansados pero muy satisfechos, volvemos a nuestra habitación. Os dejamos ahora con algunas de las fotos de esta primera etapa:
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