Después de un verano abrasador y seco como pocos hemos pasado, el cielo nos regala un poco de lluvia, un día que amanece encapotado, con ese gris cargado que anuncia más de un aguacero. Y decimos "nos regala" a pesar de que muchos fruncirán el ceño, empeñados en llamar "mal tiempo" a estas lluvias. Tenemos tan metida en la cabeza esta asociación, que incluso la utilizamos cuando la lluvia ni siquiera estropea nuestra jornada de piscina o campo.
Pero por mucho que a veces estas aguas intempestivas alteren nuestros planes, debemos pensar a una escala más grande. Hay más cosas aparte de nuestras ganas de tomar el sol, y la escasez de agua es un asunto muy serio. ¡En cuántos sitios no acogerían con risas y bailes todo un día de chaparrones! El agua es tremendamente necesaria, algo de lo que mucha gente no está concienciada porque nunca han tenido que pasar auténticamente por su ausencia. A esas personas, lo único que cabe decirles es que hagan un esfuerzo de imaginación...
Y no faltará quien diga "pues si tiene que llover, que llueva por la noche". Eso estaría muy bien, salvo por el hecho de que Mamá Naturaleza no hace encuestas de opinión. De todas formas, ella ya sabe que no llueve a gusto de todos...
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