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jueves, 29 de mayo de 2014

Historias de mitología - II -

Seguimos con otra historia de mitología, de nuevo es una leyenda vikinga que nos cuenta cómo se crearon la noche y el día.


      Noche y Día - Leyenda vikinga    


Hablamos acerca de cosas que se siguen unas a otras tan naturalmente como el día sucede a la noche, pero, en realidad, ¿es ello tan lógico?. Únicamente lo pensamos así porque desde el momento de nacer, hasta la muerte, el día ha sucedido a la noche. Ahora bien, ¿qué haríamos si una noche siguiera a otra y nunca volviésemos a ver el día, o al revés?. Pronto quedaríamos agotados si no tuviéramos noche alguna durante la cual recuperar el vigor gastado a lo largo de la jornada, y, de otra parte, una noche interminable resulta tan estremecedora que ni siquiera deseamos pensar en una cosa parecida. Por consiguiente, es obvio que se ha pensado sobremanera en la ordenación de un sistema simple, donde la noche y el día se suceden entre sí.
 
Y así es como todo acabó produciéndose. Por supuesto los dioses estaban en el fondo del asunto, pero recurrieron a los gigantes para que realizaran la tarea. Narfi, uno de los primeros gigantes en la colonización de Jotunheim, tenía una hermosísima hija, la cual no se parecía demasiado a las mujeres vikingas, por su tez oscura y moreno cabello. Llamábase Noche. Siendo ya muy bella, aún se tornaba más atractiva al lucir brillantes estrellas entre su larga cabellera. Naturalmente, muchos hombres querían desposarla, y ella, mujer de gran carácter, se casó con tres maridos, uno tras otro.
 
El primer esposo de Noche era un guapo mozo por nombre Naglfari, o sea, Oscuro, quien puede haber sido primo lejano de ella. El matrimonio no duró gran cosa, pero sí lo bastante como para que ambos tuvieran un hijo llamado Espacio. Cuando os encontráis al aire libre, solitarios, cierta cerrada noche sin nubes y con las estrellas titilando allá en el infinito podréis ser muy conscientes de la presencia de Espacio.
 
 
Existió cierto misterio acerca del segundo marido de Noche. Nadie lo conoció jamás por un nombre distinto al de Otro. Da la sospechosa sensación de que lo de Otro fuera, simplemente, un puro apodo, un nombre utilizado para disfrazar la auténtica identidad de tal persona. La gente solía preguntarse quién podría ser o de dónde provenía. Resulta, al parecer, indudable que no se trataba de ningún gigante y que, si ese fuera el caso, tuvo que haber sido un dios, pues por aquel entonces aún no habían sido creados otros seres. Hoy ya es probablemente demasiado tarde para averiguar si Otro fue o no alguien de suprema importancia, que se sentía incómodo al tener que reconocer una relación matrimonial con los gigantes. En definitiva, y fuera él quién fuese, lo cierto es que Noche y su segundo marido tuvieron una adorable hija, a la cual llamaron Tierra. Y aquí es donde aparece la sorpresa: de entre todos los dioses, el propio Odín también tuvo una hija conocida como Tierra, de modo que la gente puede sacar ahí sus propias conclusiones.
 
El tercer y último marido de Noche fue Delling, cuyo nombre significa Alba. Era decididamente un pariente pobre de los dioses y, conforme su nombre indica, de rubio cabello y brillante apariencia. Su hijo, Día, salió a la rama paterna, y también era hermoso y blondo.
 
Evidentemente, los dioses lo sabían todo en cuanto a Noche y a sus retoños, de manera que se sintieron sumamente felices de incorporarlos a su plan maestro para el universo. Los dioses decidieron que cada veinticuatro horas habría, divididas por mitad, doce de luz y otras tantas de semioscuridad. Dieron a Noche y su hijo Día un carro a cada cual, amén de un par de caballos, y los enviaron allá arriba, a los cielos, para ir circulando en derredor de la tierra, uno tras el otro, una vez cada veinticuatro horas. Noche marchaba delante, con un caballo en cabeza conocido por Crines-de-Escarcha, quien cada mañana humedece el espacio que tiene bajo él con rocío, mientras tasca el freno. La espuma y el brillo de su saliva pueden apreciarse cuando se concentran en gotas, como abalorios, sobre hojas y pétalos justo antes de la aurora. Tras la Noche galopa Día, cuyo caballo inicial se denomina Crines Resplandecientes.
 
El resplandor de ambos brillantes corceles y de su pelo largo y dorado ilumina toda la tierra y el cielo con su luz.
 
 
CONTINUARÁ...
 
 
 
 
 
 
 
 

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