El hinojo (Phoeniculum vulgare) es una planta umbelífera, anual o vivaz, que presenta altos tallos (hasta dos metros de altura) de color verde o verde-azulados, huecos cuando la planta está madura. Sus hojas están muy divididas y pueden ser tan finas como cabellos. Las flores son amarillas, agrupadas en umbelas. El fruto tiene unos cuatro milímetros de diámetro y desprende un característico olor a anís.
El hinojo crece en los setos, bordes de campos de cultivo y eriales, y muchas veces se asocia a un bosque de ribera no muy cercano al río. Abunda por toda la región mediterránea. Florece a partir de junio, y los frutos ya están maduros para otoño o finales de verano.
El hinojo ya era utilizado como planta medicinal y como condimento por egipcios y romanos. Al parecer se introdujo en el centro de Europa gracias a una orden de monjes benedictinos, y posteriormente su uso se extendió al Nuevo Mundo. Se utilizaba para curar los ojos y como diurética. Los frutos se les recetaban a las madres para aumentar su secreción de leche. Entre otras muchas propiedades, está demostrado que calma el dolor de estómago, estimula el apetito, es diurético y antiinflamatorio. Las semillas ayudan a tratar los cálculos renales y combinado con otras plantas como la gayuba (Arctostaphylos uva-ursi) es un buen tratamiento contra la cistitis.
Curiosidades
Antiguamente se creía que el hinojo era útil contra las mordeduras de serpiente. También se pensaba que los hinojos que crecían en las cercanías de los cementerios no eran medicinales sino "malos", por albergar en ellos las almas de los muertos.
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