Dani en una actividad en El Pardo |
Hoy, día del niño, hacemos hincapié una vez más en la importancia de la Educación con una entrada enfocada a la Educación Ambiental.
Porque si bien para la infancia existen muchos derechos fundamentales que cubrir, uno de los principales es el derecho a la Educación. Y si tenemos en cuenta el escaso valor que se le da en algunos ámbitos a la Naturaleza, entonces, por partida doble, nos toca unir ambas en una sola: la Educación Ambiental. Y es que en nuestra formación como personas, desde bien pequeñitos, nos llega el instinto que nos atrae hacia lo natural. Guardamos estrecha relación con el medio: no solo dependemos de él para nuestra subsistencia, sino que en nuestros orígenes está la huella que nos dejó como parte de él. No podemos permanecer ajenos y ausentes ante la necesidad imperiosa de conservar el patrimonio natural, porque es de un incalculable valor y es insustituible.
En esa actitud conservacionista, uno de los pilares fundamentales es la comunicación y la transmisión de este mensaje, en otras palabras: concienciación, sensibilización. Y esto debe de empezar desde críos, porque algo que nos cala hondo desde niños nos deja huella para el resto de nuestras vidas. Cuanto antes empecemos a inculcar esta maravilla que es conectar con la Naturaleza, antes contaremos con un apoyo firme en su mantenimiento. Pero la Educación no está al alcance de todos, muchos niños en el mundo disponen de escasos recursos para sobrevivir y muchos menos para ir a la escuela. Son estos chavales, los que se dejan la piel para asistir a clase, los que más entusiasmo cuentan para aprender, y, siendo una paradoja, teniendo menos logran más, pero da una tristeza enorme que no puedan alcanzar sus metas aun siendo alumnos brillantes. Si esto lo relacionamos con la Educación Ambiental, estos niños de otros lugares algo remotos cuentan con una riqueza exclusiva: provienen de países donde la Naturaleza muestra todo su esplendor y su belleza. Si en estos sitios dieran más relevancia a potenciar estos valores naturales y su conservación, estos niños sin duda tendrían un futuro muchísimo mejor. Volviendo a nuestras latitudes, aquí los chavales no es que sean mejores o peores, pero sí que en la comparativa de ver a unos y a otros, podemos decir que aquí los niños/as están un poco más desmotivados a la hora de empaparse de Naturaleza. No es que no les guste, ni mucho menos, pero salir al campo o ver documentales, no es lo que suelen hacer. Se echan en falta entonces planes de ocio mucho más variados y que tengan su aliciente de Educación Ambiental. Hay bastantes tipos de actividades que se pueden desarrollar y que vendrían muy bien para que el público infantil y juvenil se implicara más en este mensaje. En la televisión igualmente faltan contenidos enfocados a esto que estamos mencionando. Si hablamos ya de los recursos económicos que se destinan en el aula para fomentar la Educación Ambiental nos echamos a temblar.
En esa actitud conservacionista, uno de los pilares fundamentales es la comunicación y la transmisión de este mensaje, en otras palabras: concienciación, sensibilización. Y esto debe de empezar desde críos, porque algo que nos cala hondo desde niños nos deja huella para el resto de nuestras vidas. Cuanto antes empecemos a inculcar esta maravilla que es conectar con la Naturaleza, antes contaremos con un apoyo firme en su mantenimiento. Pero la Educación no está al alcance de todos, muchos niños en el mundo disponen de escasos recursos para sobrevivir y muchos menos para ir a la escuela. Son estos chavales, los que se dejan la piel para asistir a clase, los que más entusiasmo cuentan para aprender, y, siendo una paradoja, teniendo menos logran más, pero da una tristeza enorme que no puedan alcanzar sus metas aun siendo alumnos brillantes. Si esto lo relacionamos con la Educación Ambiental, estos niños de otros lugares algo remotos cuentan con una riqueza exclusiva: provienen de países donde la Naturaleza muestra todo su esplendor y su belleza. Si en estos sitios dieran más relevancia a potenciar estos valores naturales y su conservación, estos niños sin duda tendrían un futuro muchísimo mejor. Volviendo a nuestras latitudes, aquí los chavales no es que sean mejores o peores, pero sí que en la comparativa de ver a unos y a otros, podemos decir que aquí los niños/as están un poco más desmotivados a la hora de empaparse de Naturaleza. No es que no les guste, ni mucho menos, pero salir al campo o ver documentales, no es lo que suelen hacer. Se echan en falta entonces planes de ocio mucho más variados y que tengan su aliciente de Educación Ambiental. Hay bastantes tipos de actividades que se pueden desarrollar y que vendrían muy bien para que el público infantil y juvenil se implicara más en este mensaje. En la televisión igualmente faltan contenidos enfocados a esto que estamos mencionando. Si hablamos ya de los recursos económicos que se destinan en el aula para fomentar la Educación Ambiental nos echamos a temblar.
Pero no queremos acabar esta entrada con un planteamiento en negativo; sí son infinitos los obstáculos que nos ponen a los docentes a la hora de enseñar, pero seguiremos ahí siempre al pie del cañón y, mientras que hayamos conseguido que nuestros niños vean el mundo con otros ojos y sus miradas se llenen de un brillo único, seguiremos luchando, porque no nos pueden parar. Seremos pocos (o no) pero la Naturaleza despierta en nuestros corazones ganas de enseñársela al mundo como mejor sabemos: amándola. Somos sus aliados.
Almu con sus chavales durante una explicación en el campo |
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