Hoy es el día de la Educación Ambiental. Muchas veces estas celebraciones se quedan en ese sentido conmemorativo y no pasan de ahí. Nosotros, como Educadores que somos, llevamos muy a flor de piel toda esa implicación necesaria para hacer de la Educación Ambiental una constante en nuestras vidas y no solamente en una fecha clave. Porque Educación Ambiental no es únicamente la que se imparte en las aulas, también en nuestros quehaceres cotidianos o en nuestra mentalidad hay mucho de este tipo de Educación presente. Cómo gestionar los residuos caseros, qué podemos hacer para tener un hogar más ecológico o a la hora de consumir determinados productos escoger los mejores, son algunas de las piezas fundamentales de este puzzle en el que integrar los valores y conocimientos útiles para poder conservar mejor nuestro planeta.
Nosotros apostamos por la Educación Ambiental como pilar básico para que el mensaje conservacionista sea sólido. Si todos y cada uno de los habitantes del planeta siguieran los consejos que se vierten sobre cómo vivir adecuadamente y acorde con el medio ambiente, sería muy diferente el panorama mundial actual. Empezar por la población de a pie, la que no está tan estrechamente unida a los conocimientos medioambientales, es fundamental. Incluir a muchos chavales, a las generaciones futuras, es más que necesario. Porque así nuestro discurso no caerá en saco roto y se perpetuará durante más tiempo.
Hacer que los niños y niñas miren cara al mundo con otros ojos, con la mirada del asombro continuo ante tanta belleza natural que nos rodea, es algo mágico. Cuando ya por fin los chavales hablan el lenguaje a través del código natural es algo maravilloso e irrepetible. Por eso es necesario que los niños salgan al campo e intenten llevar a su terreno todo lo visto y sentido, lo observado y lo escuchado. Porque entonces el vínculo que se crea es ya para toda la vida y estos chavales se convierten en unos aliados de la Naturaleza.
Muchas veces protestamos por lo mal que encontramos todo. Pero nuestra acción se queda ahí, en la queja. Si en lugar de estar bajo ese velo de malhumor y constante reclamar y poner objeciones, dedicásemos nuestro tiempo a llevar una vida saludable mucho más respetuosa con nuestro entorno, sería todo mucho más fácil. Y en este caso es más que imprescindible que la Educación Ambiental vaya ligada a esas acciones, para encauzar bien lo que tenemos que realizar.
Podríamos estar un largo rato hablando de Educación Ambiental, aportando ideas o desarrollando este sentimiento que tanto nos concierne. Pero toca ir al instituto y seguir con nuestra tarea de Educadores allí, haciendo que muchas de esas cabecitas que por las mañanas nos escuchan plagadas de sueño y llenas de virutas de pensamientos se pongan en marcha. ¡Qué mejor manera que llevar a las aulas este mensaje de cariño y protección de la Naturaleza! ¡Por la Educación Ambiental hoy y siempre!
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