Este sencillo pero sorprendente experimento es ideal para que lo hagan los más peques de la casa, ya que no entraña ningún peligro ni dificultad, ¡y permite ver cómo se transforman estas anaranjadas hortalizas!
Material necesario:
* Tres zanahorias del mismo tamaño, más o menos
* Tres vasos o recipientes en los que puedan caber una zanahoria cada uno
* Agua
* Sal
Primero preparamos los vasos: uno de ellos lo dejamos vacío, el segundo lo llenamos de agua, y el tercero lo llenamos hasta la mitad de sal y el resto de agua (tendremos que remover bien hasta formar una especie de salmuera). Cuando hayamos hecho esto, metemos una zanahoria en cada vaso y las dejamos descansar unos dos días, para que el efecto sea apreciable.
Al cabo de ese tiempo, podremos observar lo siguiente:
- En el vaso vacío, la zanahoria no ha cambiado, claro. Esto es lo que en ciencias se llama "control", es decir, qué es lo que sucede si no se hace nada.
- En el vaso que solo tenía agua, la zanahoria habrá crecido en tamaño, hinchada a base de absorber agua ¡Compárala con la primera zanahoria!
- Sin embargo, en el tercer vaso, veremos que nuestra zanahoria se ha encogido y arrugado, con un aspecto bastante esmirriado. Lo que ha sucedido es que la abundancia de sal ha provocado el efecto contrario al segundo vaso, esto es, el agua ha salido de la zanahoria hacia el vaso ¡Tachán!
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