Los frutos
A pesar de lo que algunas personas puedan creer, no todas las plantas dan frutos. El fruto es un "invento" que apareció en el reino vegetal hace "solo" algo más de sesenta y cinco millones de años, hacia el final de la era Mesozoica (cuando todavía había dinosaurios sobre la Tierra). Las plantas más antiguas, como los pinos, no tienen frutos (los piñones son semillas).
¿Por qué tuvo tanto éxito la idea de tener frutos? Porque son de lo mejor para dispersar las semillas. Y es que para una planta, inmóvil toda su vida en un mismo sitio, que todos sus hijos crecieran pegados a ella sería un problema: padres e hijos competirían por la luz y los alimentos, y nadie saldría beneficiado. Es mejor que las semillas caigan, por lo menos, a cierta distancia. Así, algunos frutos sirven para dispersar la semilla gracias al viento (como los vilanos o "plumitas" del diente de león), otros mediante el agua (como los cocos) y otros a través de los animales, como las moras, las fresas o los arándanos.
¡Pero si esos se comen!, pensarás. ¿Cómo van a servir para transportar la semilla? Pues muy fácil. Porque lo que se come el animal (o tú) es la parte carnosa. Las semillas pueden atravesar todo el tubo digestivo sin resultar dañadas, y cuando "salen", lo hacen lejos y encima rodeadas de abono ¡El plan perfecto! Pero es que las plantas son aún más listas: ¿no te has fijado que cuando un fruto no está maduro su carne es más dura y ácida y su color es menos agradable? Sin embargo, cuando el fruto ha madurado, su color se vuelve apetitoso, y su carne jugosa y comestible. Es la forma que tiene la planta de avisarnos que ya se puede comer porque la semilla ya está preparada ¡Si un animal se comiera el fruto antes, la semilla o semillas se perderían!
No hay comentarios:
Publicar un comentario