El perro y el conejo
Engolfados en vertiginosa carrera un conejo que debía ser cazado y un perro cazador, corrió tanto el primero que el otro tuvo que detenerse por estar rendido de cansancio. Se burlaron del perro los presentes, y hasta lo llamaron vago y zángano; pero él, con cierta especie de lo que podríamos llamar filosofía perruna, les dijo:
- Señores, hablad cuanto queráis; mas tened en cuenta que el premio de la lucha no era idéntico. Yo corría solo en nombre de mi estómago, y él corría en nombre de su cabeza.
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