El ginkgo (Ginkgo biloba) es un árbol de épocas remotas del cual actualmente podemos encontrar algunos ejemplares plantados en parques y jardines de nuestra geografía. Sus curiosas hojas, caprichosamente modeladas con forma de abanico, atraen las miradas de los paseantes. Su genealogía data del Pérmico.
A finales de la II Guerra Mundial, el 6 de agosto de 1945, una bomba atómica fue lanzada sobre la ciudad japonesa de Hirosima. Los árboles y plantas de varios kilómetros alrededor del epicentro quedaron calcinados. En septiembre del mismo año, cuando se examinó el terreno, un ginkgo que se hallaba junto a un templo en Housenbou, distante alrededor de 1 km del centro de la explosión, se descubrió que había sobrevivido. Fue considerado un símbolo de paz y esperanza después de la tragedia.
Algunas de sus propiedades terapéuticas son beneficiosas para mejorar la circulación sanguínea, gracias a su alto contenido en flavonoides. Esto hace que nuestro cerebro se encuentre en mejor estado, por una mejor irrigación. Es recomendable en enfermedades degenerativas como el Alzheimer, y problemas asociados al riego sanguíneo como puede ser la aparición de acúfenos o tinnitus (ruidos o zumbidos constantes en los oídos), incluso varices y hematomas.
UNA CURIOSIDAD MÁS
El nombre original en chino de este llamativo árbol procede de la palabra "yah-chio", que significa "pie de pato", por la forma similar de sus hojas.
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