Hace
poco, en una de nuestras salidas al campo, descubrimos al llegar a casa
que llevábamos con nosotros un acompañante inesperado. Una diminuta
pero sibilina garrapata había hincado su hipostoma en nuestras carnes
con el obvio objetivo de engordar... ¡Qué repelús!
Cuando
esto suceda, no hay que intentar arrancar al artrópodo a las bravas,
porque podemos encontrarnos con que rompemos su cuerpo y su cabeza se
queda bajo nuestras carnes, con el riesgo de una infección. Lo correcto
es echar en el sitio donde esté agarrada una gota de aceite o similar,
para así bloquear sus orificios respiratorios, y obligar al animal a
soltarse. Aún así, tendremos que tener mucho cuidado a la hora de
extraerlo.
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