Solsticios y equinoccios
¡Hoy empieza el verano! El astronómico por lo menos, porque en cuanto a temperaturas, ya ha estado anunciándose desde días atrás. ¿Te has preguntado alguna vez por qué las estaciones empiezan en un día determinado y no en otro? Pues todo tiene que ver con los equinoccios y los solsticios.
A no ser que vivas en el Ecuador o sus cercanías, te habrás dado cuenta de que los días y las noches no tienen siempre la misma duración. Cuanto más al sur o al norte vivas, más notarás esas diferencias. ¡En los polos norte y sur cada noche y cada día duran seis meses! Supongamos que vives en el hemisferio norte. Habrás notado que a partir del verano, los días van siendo cada vez un poquito más cortos y las noches cada vez un poquito más largas, y a partir de invierno, al revés. El solsticio de verano es la fecha en la que el día es más largo respecto a la noche (en el hemisferio norte; en el sur es al revés), mientras que en el solsticio de invierno tenemos la noche más larga y el día más corto (de nuevo en el hemisferio norte). ¿Y los equinoccios? Son las dos fechas del año en que la noche y el día duran exactamente lo mismo: 12 horas.
Estas diferentes duraciones tienen un motivo. La órbita en la que la Tierra gira alrededor del Sol no es circular, sino elíptica, y el Sol no está colocado en el centro de la elipse, sino desplazado hacia un lado (concretamente, en uno de los focos de la elipse). Esto provoca que la Tierra no vaya siempre a la misma velocidad dentro de su órbita: cuando está más cerca del Sol se mueve más rápido que cuando está más lejos. Todas estas diferencias son las que causan que los días y las noches varíen su duración.
Astronómicamente, el solsticio de verano es en el 21 de junio; el equinoccio de otoño, el 23 de septiembre; el solsticio de invierno, el 21 de diciembre, y el equinoccio de primavera, el 21 de marzo. Estas fechas han sido conocidas desde la antigüedad, ya que tenían una gran importancia a la hora de planificar las cosechas anuales. Además, estaban cargadas de mucho simbolismo, ya que representaban cómo variaban las fuerzas de la luz y la vida frente a las de la oscuridad y la muerte. El solsticio de verano también tiene mucha importancia en la tradición céltica, relacionado con el mundo de las hadas y las plantas curativas: ahí tenemos cerquita la Noche de San Juan, que va del 23 al 24 de junio, y para la que os tenemos preparado un cuento muy especial ¡No os lo perdáis!
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