Los niños en verano tienen que emplear su tiempo en hacer cosas que les gusten pero que a la vez les sirvan para aprender. Para conseguirlo no hay nada mejor que proporcionarles una tarea divertida, en este caso podemos combinar el aprendizaje de la Naturaleza y el pasar un buen rato saliendo con ellos a algún sitio de campo y mostrándoles lo que podemos ver allí. Otra buena idea es que hagan actividades dinámicas en algún parque o similar, como por ejemplo escuchar los sonidos, interactuar con el medio a través de juegos y haciendo manualidades que den rienda suelta a su creatividad. Si no tenemos posibilidad de estar con ellos porque hay algo que nos lo impide podemos apuntarles a algún campamento o algún taller que se imparta en las cercanías.
Muchas veces el aprendizaje llega de forma sutil y el verano no tiene por qué ser una época de estar enfrascados en los estudios, pero tampoco debemos aparcar del todo los libros ya que cuando toque volver al cole, así, si seguimos dedicándole ratillos a repasar no se habrá perdido el hilo y los chavales no empezarán de cero. Con una rutina sencilla y que no les suponga mucho sacrificio podemos distribuir las jornadas de vacaciones con tiempo por la mañana, que están más frescos, para leer un poquito y por la tarde dedicarla al ocio. Es en verano cuando puede surgir en los niños, bien sea porque nuestro destino de vacaciones es rural o porque salgan al campo en actividades a las que les hayamos apuntado, la atracción por la Naturaleza. No debemos desperdiciar esta oportunidad y es el momento de elegir cuál puede ser el mejor enfoque para que nuestros peques disfruten al máximo de su tiempo.
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