La miel es un producto que ha utilizado el ser humano desde sus orígenes. Hipócrates, (siglo V antes de C.), el padre de la medicina, alabó sus poderes terapéuticos y la utilizó para curar diversas afecciones de la piel, úlceras y para aliviar el dolor en general. La recomendaba a sus pacientes para alcanzar la longevidad (Hipócrates vivió 107 años).
Los griegos consideraban que una dieta constituida por miel era muy importante para alcanzar una espiritualidad profunda. En la mitología griega, es el alimento de los Dioses del Olimpo, símbolo de conocimiento y de sabiduría.
La miel tiene muchas propiedades terapéuticas. Se puede usar externamente debido a sus propiedades antimicrobianas y antisépticas. Así, la miel ayuda a cicatrizar y a prevenir infecciones en heridas o quemaduras superficiales. También es utilizada en cosmética (cremas, mascarillas de limpieza facial, tónicos, etcétera) debido a sus cualidades astringentes y suavizantes. La miel es altamente calórica (cerca de 3,4 kcal/g), por lo que es útil como fuente de energía rápida. Es usada para los resfriados. Es altamente perdurable, no caduca.
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