A la hora de mantener a los chavales entretenidos, cuando se trata de combinar juegos con aprendizaje, no hay nada como dar rienda suelta a nuestra creatividad para inventar nuevas dinámicas en las que participen activamente y a la vez puedan divertirse mientras conocen cosas nuevas de la Naturaleza.
Una de estas actividades que pusimos en práctica con un grupo de niños/as de 6 a 8 años en un parque madrileño conocido como la Dehesa de la Villa, trataba sobre construir un nido con acículas de pino en grupos de unos 3 o 4 chavales para que eligieran una especie de ave y escenificaran una pequeña obra de teatro mientras el resto de los equipos participantes los escuchaban. Después, una vez acabada la explicación de qué ave era cada grupo, tenían que votar, sin otorgarse votos a ellos mismos, al equipo que más les había gustado. Trabajaron afanosamente construyendo su nido, pensando qué ave querían ser y decidiendo el teatrillo que iban a enseñarnos. Luego, les dijimos que jugaran entre equipos a perseguir, cual aves de presas, a sus contrincantes, siendo el refugio para no ser pillados el nido que habían hecho. A continuación lo dejaron todo como estaba al principio y seguimos nuestro recorrido.
Lo gracioso viene cuando cada equipo intervenía con la ayuda de un micrófono portátil que les proporcionó Almu para que los demás niños pudieran oír mejor al resto. Se emocionaron muchísimo y hasta el punto que uno de ellos no quería soltar el micro, y tanto fue su ahínco por conservar en su poder el artilugio que al final lo rompió.
Todavía lo guardamos en casa con los cables colgando en recuerdo de ese día. Las grabaciones de lo que dijeron en su "momento de gloria" las conservamos también, y nos reímos un montón cada vez que las ponemos. No podemos publicarlas por aquí, ni los vídeos ni los audios, pero si lo hiciéramos os reiríais a carcajadas también.
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