Desde este nuevo blog podréis conocer muchas cosas relacionadas con el Medio Ambiente: cómo caminar por la montaña, rutas de senderismo, curiosidades de flora y fauna, experiencias y anécdotas vividas... y un sinfín de ideas útiles que nos brinda cada día nuestra Naturaleza.
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jueves, 8 de octubre de 2015

Anécdotas en el campo

Son muchos los años que hemos pasado enseñando el campo a grupos de niños y adolescentes, los suficientes para dar lugar a muchas anécdotas y vivencias. Una de las más curiosas, que le sucedió a un compañero de oficio y de fatigas, podría titularse...



EL MONSTRUO QUE SURGIÓ DEL MANZANARES



El lugar, la ribera del río en la zona de Mingorrubio, Monte de El Pardo. Los protagonistas, un grupo de unos quince alumnos de cuarto de ESO, hechos y derechos y en pleno vigor juvenil. Como el camino no presentaba ninguna dificultad, y como se trataba de chavales con buen comportamiento, nuestro compañero había dejado a unos cuantos de ellos adelantarse al resto del grupo.

De repente, ve que los que iban a la cabeza se detienen bruscamente, y hacen señas a los demás para que no sigan avanzando. Algo los ha asustado, algo que bloquea, implacable, el camino. Intrigado, el monitor se acerca al trote y pide a la barrera de intimidados adolescentes que se aparten para dejarle pasar y ver qué clase de bestia ha cortado el paso a más de una docena de adolescentes de entre quince y dieciséis años.

Y allí estaba, con sus impresionantes doce centímetros de longitud y sus cerca de cincuenta gramos de peso, un feroz cangrejo americano de río, con sus dos pinzas extendidas y alzadas, retando a todo un grupo de humanos a que diesen un solo paso más si es que tenían agallas...

Huelga decir que nuestro compañero tuvo que arriesgar su vida, coger el bravucón artrópodo con una mano y soltarlo en el Manzanares, dejando el camino libre en medio de los aplausos y las exclamaciones admirando su heroísmo...






domingo, 8 de junio de 2014

Experiencias de campamento

Ya se va acercando el verano, y con la llegada de la época estival proliferan las actividades destinadas a que los niños aprendan cosas sobre la Naturaleza y se involucren en su cuidado. Los campamentos que se organizan en distintos lugares son un buen comienzo para que los más peques de la casa disfruten de sus primeras experiencias en el medio natural. 
 
 
Nosotros, en nuestro papel de educadores ambientales, hemos dirigido  numerosas de estas actividades y nos hemos traído un montón de anécdotas que contar. La primera de todas que os vamos a relatar fue el día en que en plena Dehesa de la Villa (Madrid) nos encontramos con una muda de culebra bastarda y con su dueña bien cerca. Íbamos con un grupo de chavales, y cual fue nuestra sorpresa al ver que en este lugar, en plena ciudad, había una enorme culebra junto a una muda reciente. Los niños se quedaron perplejos, pero sabiendo cómo hay que contarles las cosas, el susto del momento no fue a más, incluso se detuvieron un buen rato a observarla, hasta que la protagonista de la escena se marchó y finalmente pudimos coger su piel. Y es que era grandecita, ya que esta especie de culebra es la más grande de la Península Ibérica. Aquí podéis ver cómo la camisa de este reptil superaba en tamaño la altura de una de las niñas que vino con nosotros en ese campamento.



Si alguna vez os encontráis una culebra bastarda (o cualquier otra serpiente) en el campo o en algún parque no hay motivos para tener miedo, basta con mantener una distancia prudencial y observarlas sin molestarlas. Lo que no hay que hacer bajo ningún concepto es intentar cogerlas.






jueves, 21 de febrero de 2013

Una anécdota bien graciosa

No son pocas las veces en las que yendo con chavales por el campo siempre te dicen aquello de "Jo, profe, no vemos animales". Entonces, haciendo el mayor acopio posible de paciencia y sentido del humor tú les repites como un mantra: "pues yo ya he visto un montón de ellos, si queréis hacemos una lista". Y es que ellos se suelen referir a "animales" a todos aquellos de un tamaño considerable y que dan algo más de juego a su entender que los insectos o las aves.

Pues bien, esta anécdota ocurrió en uno de esos días de "no ver animales". Almu caminaba por una zona de ribera dentro de El Monte de El Pardo con un grupo de escolares bastante atentos a las explicaciones, pero a los que de vez en cuando se les escapaba la muletilla mencionada antes. Ella les fue contando la inmensa fortuna que tenían de estar en un lugar tan cercano a Madrid y donde se podían ver cantidad de cosas como águila imperial ibérica, ciervos, gamos, cormoranes, buitres y un largo etcétera.

Les mencionó también que era zona donde los jabalíes acostumbraban a estar, sobre todo al atardecer, y que lo podían comprobar a través de los rastros que iban esparciendo por el terreno en forma de hozaduras o bañeras donde se daban buenos baños de lodo. Algunos de los chavales ponían caras de incredulidad y no se hacían del todo a la idea. Después, hilando con los jabalíes, les preguntó que en caso de que alguno apareciera en ese momento que qué era lo mejor que se podía hacer. Entonces, respuesta lógica, dijeron casi al unísono que correr.

Almu les explicó que los jabalíes pueden resultar a veces bastante peligrosos, pero dependiendo de las circunstancias. "Lo mejor no es correr", dijo ella, "sino evaluar si el animal está tranquilo o no y mantener una actitud relajada, aunque siempre permaneciendo alerta por si acaso". Normalmente los jabalíes son más peligrosos cuando se sienten acorralados por no tener sitio por dónde escapar, cuando tienen crías cerca o cuando están heridos. Si no, lo habitual es que ante la presencia humana se asusten ellos más que nosotros y huyan.

Y ahora viene la mejor parte del relato. Cuando los chavales ya se hacían a la idea de que en su cuaderno de campo "solamente" llevaban apuntados animales como rabilargos, abubillas, colirrojos tizones, urracas, grajillas, buitres o alguna que otra mariposa, el momento estelar del día, el de ver ANIMALES y mejor aún, JABALÍES y DE DÍA, se produjo cuando este par de jovencitos aparecieron en escena a escasos metros de dónde estaba ella con el grupo:







Los chavales se quedaron perplejos y también se les escapaba alguna pequeña risa (normal). Pero estuvieron muy atentos y tan quietos como estatuas, apenas había cuatro metros de distancia entre los jabalíes y el grupo. A Almu le dio tiempo a sacar la cámara compacta de fotos y reflejar el momento, les dijo a los niños que "no todos los días se ven estas cosas por aquí" (riéndose). Fueron unos minutos de jugar entre ellos durante los que estos dos jabalíes estuvieron por la zona. Tanto el grupo de escolares como los animales reaccionaron muy bien. Después, cuando ya se fueron, los chavales no pararon de hacer preguntas a Almu. "Momento biológico" para explicar muchas cosas y también para, desde el sentido del humor, conectar con el público: los dos protagonistas de la jornada recibieron el nombre de Isabel y Fernando. 


Al terminar la excursión, los niños ya mucho más contentos por haber visto ANIMALES, decían: "Esto no lo podemos ver en clase".