Ahora que llega el verano y los días son más calurosos, pasear a la sombra de una fresneda es toda una delicia. El fresno (Fraxinus angustifolia) es un árbol caduco, con hojas de color verde oscuro, compuestas y que sirven como alimento para el ganado. La floración se produce a finales de invierno, dando lugar a sámaras en forma de hélice para hacer más fácil la dispersión de sus semillas. Prefiere lugares húmedos para crecer, cerca de cursos de agua que están a pleno sol o en sombra. Se instalan con preferencia sobre suelos silíceos, con un nivel de agua freática oscilante al cabo del año.
En la antigua Roma los fresnos se plantaban para sujetar vidrieras. También tienen algunas propiedades medicinales, si se utilizan las hojas o la corteza. Las hojas pueden ser empleadas como analgésico, contra dolores reumáticos y para fortalecer las encías. Con el uso de plantas como medicina siempre hay que actuar con precaución. Hace tiempo las fresnedas con cierta periodicidad eran desmochadas, es decir, que se podaban las ramas de los fresnos con el fin de obtener leña. La madera es adecuada para fabricar utensilios de labranza, también arcos y algunos muebles.
Viejas creencias rurales afirmaban que curaba y quitaba las verrugas. También es una planta tintórea que da color azul.
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