Un poema del poeta español José María Pemán
a una garza malherida
¡Garza que pierdes la vida
ribera del arroyuelo,
y, graznando con anhelo,
vas sembrando malherida,
de flores rojas el suelo!
¡Qué impasibles y callados
los arroyos y los prados
y los sotos y las fuentes
escuchan indiferentes
tus gritos desconsolados!
¡Las praderas qué calladas!
¡Qué indiferentes los riscos!
¡Las brisas que sosegadas!
¡Qué impasibles las cascadas
que fluyen entre lentiscos!
¡Y qué triste sentimiento
da el escuchar tu lamento
perdiéndose en el vacío,
entre el murmullo del río
y los gemidos del viento!
¡Ballestero traicionero
que a la garza has malherido!
¡Véate yo, ballestero,
desamado y malquerido,
porque sepas si es mal fiero,
ballestero,
dolerse y no ser oído!
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