Para los indios Lakota, las plumas tenían un significado especial. El tipo de pluma, su tamaño y su colocación en el tocado del bravo guerrero eran un testimonio de sus hazañas, sus aportaciones a la tribu o su personalidad. La persona no tenía derecho a llevarlas encima si no había hecho algo para merecerlas. Las plumas tenían siempre un simbolismo muy importante y estaban cargadas de poder.
"Una leyenda cuenta que cierto cazador se vio obligado por el hambre a matar un águila para comer. Sin embargo, cuando regresó al campamento, empezó a sentirse culpable por haber dado muerte a un ave tan sagrada. Por ello, hizo un hermoso tocado con las plumas del animal y lo colocó en un lugar de honor de su tipi. Siempre que comía, ofrecía el primer bocado a las plumas que representaban al águila que mató. También, desde ese día, llevó encima una de las plumas en señal de duelo.
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Sucedió que en otra ocasión el cazador se perdió en mitad de una ventisca. Cuando creía que iba a morir, se topó con una vivienda solitaria, en la que entró para pedir hospitalidad. La tienda pertenecía a una mujer muy bella y sabia, de ojos muy penetrantes. El cazador supo que estaba en presencia de una persona sagrada, y le pidió ayuda con voz cargada de respeto.
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La mujer le dijo que ella era la madre del águila que él había matado en aquella ocasión. Había reconocido las plumas de su hijo en el tocado del cazador, y quiso decirle que estaba satisfecha por el respeto con que había tratado a su espíritu y su recuerdo. Después de haberle dado de comer, el cazador agradeció su amabilidad y abandonó el tipi, descubriendo que la ventisca había pasado y la casa de la madre del Águila se había desvanecido como si no hubiese existido..."
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