El despertar del cuarto día es mucho más tranquilo que el anterior, y nos da tiempo para pasear un poco por Errachidia, cuyo nombre significa "La bien dirigida", antes de comenzar el programa. ¡Cuál no es nuestra sorpresa al descubrir que nos han lavado los coches a todos por la mañana, dejándolos como una patena!
Como en el día anterior, hacemos un breve alto en el mercado para aprovisionarnos de agua, y luego nos ponemos en marcha.
Nuestra primera parada es en el oasis de la Fuente Azul, llamado así porque a él acudían tuaregs a lavar sus mantos, que liberaban al agua el tinte de sus tejidos. Nos cuentan también que la fuente, una surgencia natural en mitad de la roca, es lugar de citas de mujeres que rezan por tener un buen embarazo.
Pero si espléndido es el espectáculo de la Fuente Azul, mucho mayor es la impresión que nos causa nuestra siguiente meta, el oasis de Tafilalt, en el Valle del Ziz. Hay que intentar imaginar el más rocoso y seco de los valles, extendiéndose hasta donde alcanza la vista, solo para que de repente, en una hondonada, nos encontremos con una explosión de verdor y palmeras, el triunfo del agua en una tierra de arena y fuego. En esa parada aprovechamos para sacar fotos y hacer alguna compra regateando con un bereber de lo más simpático.
Visitamos a continuación el museo de fósiles de Erfoud, y comemos en la casa de un amigo de Nico y Pablo, que nos obsequia con el mejor cuscús que hemos comido en toda nuestra estancia en Marruecos.
Toca recolocar los equipajes, porque para aquellos que vamos en coches más modestos, las siguientes etapas las haremos en un todoterreno, y conviene coger solo lo imprescindible para dos días. Aquí es cuando conocemos a Dawid, el silencioso pero eficaz bereber que va a ser nuestro conductor en las jornadas a través de pleno desierto. Así que amontonamos como podemos los bártulos y nos reunimos dos grupos de siete de nosotros en dos Land Rover, y salimos de Erfoud, a donde no volveremos hasta la mañana del miércoles.
El reg o desierto de roca nos ha mostrado estampas de todo tipo, y la primera de ellas es cuando nuestra caravana de coches pasa cerca de un poblado bereber en mitad de aquella nada de piedras y polvo. Contemplamos, destrozados por la pena, cómo decenas de niños tan pobres que deben caminar descalzos en el pedregal, se acercan a nosotros pidiendo cualquier cosa que les podamos dar. Lápices, cuadernos, algo de comida, juguetes... todo esto sale de los coches y es recogido por manos pequeñas y ávidas, un espectáculo desgarrador en el que nos consume la impotencia de no poder ayudar a tantos, y que pone en perspectiva muchas de las cosas que veremos cuando regresemos a nuestro continente.
Dejamos atrás el lugar, aunque no los problemas, porque uno de los coches tiene en varias ocasiones dificultades para atravesar algunos parches de arena. Pero finalmente llegamos a un paraje que es un hito geológico a nivel mundial, un biohermo devónico: el emplazamiento de un arrecife coralino que se conserva tal y como existió en vida, sobresaliendo en el paisaje como gigantescas torres de caliza. Es ahí donde tenemos la oportunidad de ver el atardecer en el desierto de piedra.
Dawid nos lleva a nuestro siguiente hotel, orientándose con destreza admirable por la noche y en una llanura infinita que, a nuestros ojos, carece de cualquier punto de referencia. Pero algo debe distinguir él en el monótono paisaje, porque de cuando en cuando detiene el coche, observa los alrededores, y o bien continua o bien toma otro camino. Y muy desencaminado no debe de ir, porque llegamos puntuales al Ryad Nomad Palace, un lugar que parece sacado de "Las mil y una noches". Cenamos de buffet libre, damos un corto paseo para bajar la comida, acompañados por los mugidos de los dromedarios, y nos vamos a la cama en la mejor habitación que hemos tenido hasta el momento, a nuestro juicio.
Y llegan otras tantas fotos más de esta etapa:
En el hotel de Errachidia...
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Muñecas típicas |
... amanecemos otro día más...
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Junto a la entrada del hotel de Errachidia |
... y caminando por sus calles...
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Dentista en Errachidia |
... nos detenemos en cualquier parte...
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De nuevo con la señal de STOP |
... y apetece un baño...
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Piscina del hotel en Errachidia |
... pero hay que dedicarse a comprar...
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En el mercado |
... y ya nos tenemos que ir...
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Taxi en Marruecos |
... hacia un oasis...
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Rodeados de palmeras |
... con una fuente bien azul...
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Lleno de esplendor |
... y alguna que otra tienda...
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Para regalar |
... repleta de colorido...
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Mucho para elegir |
... dejamos atrás el oasis...
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Vendedor en el oasis |
... para contemplar otro espectáculo...
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Panorámica del oasis de Tafilalt |
... y hacer más fotos...
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Con el oasis al fondo |
... para el recuerdo...
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Juntos con el oasis de fondo |
... y comprar más fósiles...
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Buscando más materiales |
... a un sonriente bereber...
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La gente es muy amable |
... con el que hacernos más fotos...
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Otra foto más con el tuareg |
... después ya estamos en Erfoud...
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En el museo de Erfoud |
... para seguir mirando fósiles...
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Dedicados a las compras |
... de todo tipo...
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Del Cretácico |
... y de muchas formas...
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Curiosa muestra |
... pues entre trilobites...
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Nos hizo mucha gracia este trilobite |
... paseamos por el museo...
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Entrada al museo de Erfoud |
... para ver también...
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Montañas de fósiles |
... más cosas espectaculares...
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Otro tiranosaurio |
... cómo se preparan los fósiles...
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Trabajando |
... para exponerlos...
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Recorriendo el museo |
... bien a la vista...
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Más muestras del museo |
... y se nos van los ojos...
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Una gran comida a base de cuscús |
... hacia el desierto...
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Dawid, nuestro guía |
... y hacia allí vamos...
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Con Dawid, un gran conductor |
... para seguir con la tarea...
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En el desierto entre pozos |
... de saborear la Geología...
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El grupo por el desierto |
... y los increíbles atardeceres...
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Preciosa puesta de sol |
... llenos de una luz mágica...
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Por el desierto |
... que nos transporta...
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Mirando al horizonte |
... a una tierra de sueños...
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Atardeciendo en nuestro corazón |
... y para soñar...
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Una gran habitación en pleno desierto |
... nos vamos volando...
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Mariposa en el desierto |
... para seguir nuestro recorrido
por el desierto.
La crónica del viaje aún no ha concluido...
vamos muy bien, sigo leyendo vuestras aventuras en el desierto, y pasándomelo muy bien con vosotros
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