Todos sabemos que hay enfermedades para las cuales podemos vacunarnos para no cogerlas, y en los días que vivimos de vez en cuando oímos que se está investigando para conseguir una vacuna para el coronavirus. Pero ¿sabes cómo funciona una vacuna?
Empecemos con un poco de historia: a finales del siglo XVIII, un médico inglés estaba preocupado por las epidemias de viruela, y no era para menos, porque en aquellos tiempos era mucha la gente que moría por esta enfermedad. Se fijó, sin embargo, en que los granjeros que trataban diariamente con vacas enfermaban de una variedad más débil de viruela bovina, y cuando la pasaban quedaban inmunizados frente a la terrible viruela humana. Simplificando mucho, se le ocurrió que inyectando suero cogido de pus de vaca en una persona, ésta quedaría protegida como le sucedía a los granjeros. No hace falta decir que al principio no le surgieron muchos voluntarios. Al final, cogió al hijo de su jardinero y le inyectó el mejunje.
Este gesto, que haría que las autoridades sanitarias de hoy en día se llevaran las manos a la cabeza, demostró a sus contemporáneos que el invento funcionaba, y a partir de ahí despegó un descubrimiento que ha salvado incontables millones de vidas, y no solo frente a la viruela. Por cierto, el nombre de "vacuna" viene precisamente por el animal del que se sacó originariamente.
Tranquilos: las vacunas actuales no se hacen a partir de pus de vaca. Lo que lleva una vacuna son versiones muertas o debilitadas de un microorganismo patógeno. De esta manera, cuando entran en tu cuerpo, tus glóbulos blancos (auténticos guerreros encargados de proteger tu organismo) pueden "entrenarse" fabricando defensas específicas. Como el patógeno está débil o muerto, no le cuesta trabajo, y cuando llega el microorganismo de verdad, tu cuerpo ya le está esperando con las armas preparadas.
Por cierto, aunque en algún caso las vacunas pueden dar un poco de reacción (al fin y al cabo te están inyectando un microorganismo, aunque esté debilitado) todas son inofensivas. Hay por el mundo personas y movimientos antivacunas que difunden falsa información diciendo que son peligrosas, usando datos falseados y estadísticas manipuladas. Pero lo cierto es que unos padres que no vacunan a su hijo no solo están cometiendo una gravísima irresponsabilidad dejándolo indefenso, sino que favorecen que la enfermedad en cuestión se propague con más facilidad. Como ya hemos dicho, el descubrimiento de Jenner ha salvado más vidas de las que se pueden contar, todas las vacunas están científicamente probadas y afirmar lo contrario es negarse a ver la verdad y poner en peligro la vida de otros.
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